Y así, llegamos al final, del Despertar Psíquico y de la Octava Edición. Ha sido un viaje largo, y ahora que ha llegado a su final, creo que ha llegado el momento de mirar atrás y pararse un momento a reflexionar. Mientras escribo esto, desearía tener más conocimiento de los entresijos del Studio de Games Workshop, pues sin esa perspectiva, no puedo evitar quitarme de encima el pensamiento de que esto es poco mas que un batiburrillo de ideas a medio cocer, apenas sostenidas por la incierta hipótesis y la siempre frágil subjetividad. Aún así, lo que tenemos es lo que hay, y como mínimo, siempre podemos tratar de juzgar el resultado de la manera mas exhaustiva posible. Sin mas demora, ¿qué nos ha dejado esta serie de suplementos en materia de trasfondo?
PARTE 1: MICRO VERSUS MACRO.
Recapitulando las palabras que dejé en la anterior entrada, creo que esta Octava Edición se ha distinguido en su trasfondo por presentar un giro cuya trascendencia se va a hacer notar en ediciones posteriores por la manera en que moldea la galaxia. Independientemente de si solo presenta un nuevo status quo para que los ejércitos del siniestro milenio se líen a tortazos entre ellos, no hay que desaprovechar ni ignorar las posibilidades narrativas que esto ofrece, porque desde luego, GW no lo ha hecho en su línea de suplementos.
Hasta ahora, la Disformidad ya era un elemento transversal en el trasfondo, uno de los pilares fundamentales, pero ahora se ha convertido en la principal amenaza de la humanidad, y en algo que por consiguiente debe ser comprendido y manipulado, a la vez que todas las facciones luchan por tratar de impedir ser manipulados por esta, a su vez. ¿Dónde se ha visto esto? Bueno, sin ir mas lejos, las zonas de guerra presentes en el manual de Octava eran una consecuencia directa de la Gran Fisura, ya fuera el Sector Stygius, la Guerra en la Fisura, la pérdida de la Cuarta Esfera de Expansión, la salvación de Baal, la Cruzada Indomitus o las Guerras de la Plaga, pero es que la narrativa creada a partir de esta gran amenaza no se ha limitado a eso, sino que se ha extendido a todos los suplementos. No hay mas que ver Vigilus, cuya importancia habría sido nimia si no fuera por las condiciones en las que se encuentra el Imperium, y que lo han convertido en una de las batallas más memorables del trasfondo.
Pero centrándonos en el caso que nos ocupa, el Despertar Psíquico ha sido una declaración manifiesta de la importancia de la Disformidad sobre todas las facciones, aunque su efecto no fuera estrictamente psíquico, y en esto se ha notado a pesar de que GW ha tenido dificultades para integrar todas las facciones dentro de este tema. ¿Qué quiero decir con esto? Pues que el hilo conductor de todos los suplementos, es decir, el efecto de esta energía psíquica fuera de control, ha sido algo para lo que, se nota, no han podido adecuar todas las facciones de la misma manera. Tampoco estoy diciendo que esto fuera fácil. Si uno lee los suplementos, queda claro que tenían una idea clara de cómo querían comenzarlo y cómo terminarlo, pues el primer y el último suplemento están fuertemente relacionados entre sí, pero el resto de historias funcionan de forma totalmente independiente. Pero aparte de esto, lo que quiero decir es que el factor psíquico en algunos casos ha sido crucial para el desarrollo de los eventos, mientras que en otro ha sido algo anecdótico. Pongamos ejemplos concretos:
Si leemos Faith and Fury, The Greater Good, Engine War o Pariah, la parte psíquica tiene un componente esencial en lo que ocurre, y cuyos efectos nos dan información importantísima sobre cómo la Disformidad está trasformando todo lo que toca, pero la vez, siendo manipulada por diferentes fuerzas, mientras que si leemos Blood of Baal, Phoenix Rising o Saga of the Beast, realmente es algo anecdótico que funciona como un conductor de la trama para lo que de verdad quieren contarnos: las batallas que tienen lugar. Es mas, los primeros trailers de los suplementos compartían los mismos personajes, como dando a entender que había cierta continuidad entre los suplementos, pero no ha sido así. Mi conclusión es la siguiente: GW tiene una idea mucho mas clara de lo que nos pensamos, por ahora, de los ejes sobre los que quiere que gire su metaverso, lo cual me parece ideal, y aunque no siempre sepan cómo integrar esas ideas (la parte macro) con todas las pequeñas historias que quieren narrar (micro), no podemos ignorar que ahora mas que nunca existe una dirección para el trasfondo. Ya en algunas novelas de Black Library veíamos que hay personajes clave que están llevando la acción, pero que esto sea una preocupación del Studio en lugar de una mera maniobra de marketing implica que podemos esperar cambios importantes en este universo.
PARTE 2: HABLEMOS DE CALIDAD LITERARIA.
Por descontado, que la narrativa "macro" esté integrada con la "micro" no tiene nada que ver con que las historias que nos han contado sean algo destacable.Warhammer 40.000 ha logrado a lo largo de los años crear historias que han perdurado durante décadas, algunos de sus campos de batalla son tan icónicos como sus personajes mas ilustres. Las guerras tiránidas, Armageddon, el Golfo de Damocles...la segunda pregunta que me haría sería ¿estas batalla tienen ese componente que harán que sean recordadas? Bueno...sí, y a la vez, no.
El gran problema que yo veo a la hora de hacer que este suplemento sea recordado es que, comparativamente, ninguno de los suplementos individuales ha tenido el impacto que han tenido otras de las campañas que acabo de mencionar. Con esto no me refiero a "impacto interno", sino a impacto para nosotros, los consumidores. Las Guerras Tiránidas eran el conflicto central de la Cuarta Edición, Armageddon fue una campaña mundial en Tercera Edición y el Golfo de Damocles no solo es mencionado en los códices de los T´au y el suplemento de la Guardia del Cuervo, es que ha tenido varias novelizaciones. En esta Octava Edición, antes del Despertar Psíquico, tuvimos la guerra en Vigilus, un evento que reunió varias grandes personalidades de Warhammer 40.000, que supuso la renovación de miniaturas clave, donde lo que estaba en juego era clave y que integraba un montón de facciones en una sola macro batalla llena de giros y momentos épicos. Por su parte, los suplementos del Despertar Psíquico han sido una entrega mensual, salvo por los tres últimos, que debido a la crisis del COVID, se pusieron a la venta con dos semanas de diferencia cada uno. Eso es muy poco tiempo para digerir y asimilar cada uno, y creo que a menos que se novelicen sus historias o algunos personajes nuevos que aparece, no creo que lo vayamos a recordar mucho tiempo. Lo cual me parece una pena, porque algunas de sus historias sí son dignas de ser contadas. Algunas...
El Despertar Psíquico ha sido lo que en tierra angloparlantes llaman un "hit and miss", un acierto por cada fallo y viceversa. Sabemos que los suplementos se redactaron con mucha antelación, con la Novena Edición en mente, pero no tenemos ni idea de con cuántos escritores ni con cuanto tiempo para escribirlos, por lo que toda hipótesis que trate de explicar la disparidad de su calidad se queda en un batiburrillo de "quizás". Entendamos que no debe de ser fácil, pero el resultado aquí ha sido raro. No malo, raro, hasta el punto de que no parece que todos los suplementos hayan sido escritos por la misma persona o, como mínimo, con las mismas ideas en mente. Lo que quiero decir es que cada suplemento tiene un enfoque propio, y algunos han funcionado mejor que otros. Por lo general, el trasfondo ha tenido más calidad cuando han querido centrarse en una batalla muy concreta que poder narrar como si fuera una novela, con sus giros de trama y sus personajes concretos con nombre y apellidos que poder caracterizar. En mi opinión, y en orden de calidad, creo que los mejores suplementos han sido: War of the Spider, Pariah, Engine War, Ritual of the Damned. Los siguientes, para mí, serian algunos que han decidido centrarse, no en una batalla, sino en una zona de guerra, cambiando los puntos de vista de sus protagonistas para darnos diferentes visiones de qué está sucediendo. Los dos suplementos que para mí logran destacar son The Greater Good y Phoenix Rising, porque a pesar de estar cambiando de perspectiva, logran tener un punto central, una idea troncal sobre la que gira su narrativa a la vez que resultan ilustrativos sobre lo que está sucediendo. Phoenix Rising en particular me parece más importante, pero prefiero The Greater Good porque logra una atmósfera que me gusta mucho y porque abarca menos, pero por lo mismo, consigue ser mas detallado. Los otros tres suplementos restantes son los que directamente no llegan ni siquiera a ser pasables, cada uno por sus propios motivos, ya sea porque son inconclusos, irrelevantes, repetitivos, aburridos, porque les falta información que solo venia en una Edición Coleccionista, o una mezcla de estos motivos. En orden de menos malo a más malo, serían Faith and Fury, Blood of Baal y Saga of the Beast.
Si hubiera algo que me gustaría pedirle al Dios Emperador sería que para un futuro tuviéramos una novelización de estos suplementos, lo cual no parece imposible. Recordemos que se acerca la serie Dawn of Fire, que se centra en narrarnos la Cruzada Indomitus y las historias que ocurren a su alrededor, que son, precisamente, estos suplementos. Incluso en el peor de los casos, en manos de un escritor con cabeza, estos suplementos pueden dar para buenas historias.
PARTE 3: PERO...¿HEMOS AVANZADO?
Esta es una pregunta del millón. Y la respuesta no es tan clara como parece. Cuando se anunció el Despertar Psíquico, algo clave fue que estábamos ante el siguiente gran avance en el trasfondo, pero esto ha resultado ser igual que los otros dos anteriores apartados: en algunos casos sí, en algunos casos no, pero al contrario que con la idea de integrar a todas las facciones, aquí me tengo que mostrar algo mas severo, pues oportunidades para expandir el trasfondo había de sobra.
Con esto no quiero que nadie se confunda: no me irrita que no hayan usado los hilos que tienen para tirar y pienso que esas frases de "es que esto tenia que ser de esta manera" van contra algo tan básico y elemental como es la libertad de los creadores para hacer lo que les dé la gana con su producto, que estará mejor o peor, pero entrar en "lo que debería ser" es algo que ya depende de cada cual. Yo me voy a limitar a decir en qué ha cambiado y en qué no, y alabar donde sí hayan logrado algo, que para mi sorpresa, es en unas cuantas cosas.
Para empezar, señalemos el elefante en la habitación: el gran evento de la Novena Edición es que regresa uno de los personajes más importantes de todo el trasfondo, el Rey Silente, y esto es una decisión tomada con mucha antelación. Esto sirve para remarcar que GW, a día de hoy, sí tiene presente que su trasfondo vaya a alguna parte, que avance en una dirección concreta. Si durante esta Edición nos han presentado la Disformidad como el gran peligro, la Novena Edición nos presenta a la antítesis de la Disformidad, a quienes mejor la conocen y pueden contrarrestarla, y esto no es algo que se venía viendo venir desde el Despertar Psíquico, sino que hemos tenido pistas de la llegada del Rey Silente, diría, desde la Séptima Edición y a lo largo de Octava, por ejemplo, en el Códex Necrón. Además, no es la única historia que GW ha sabido aprovechar. La Quinta Esfera de expansión ha tenido su aparición y ahora aparece en el mapa galáctico de la Novena Edición, el propósito de los Ynnari se ha definido, así como los medios que está empleando el Mechanicus para enfrentarse a fuerzas empíricas.
Por descontado, también hemos visto la peor faceta de GW a la hora de escribir trasfondo. Es irónico, porque al mismo tiempo que pretenden vendernos que esto era un gran avance en el trasfondo, uno de los motivos por los que tres de sus suplementos están tan mal en calidad es que no se han atrevido a dar un claro ganador. Esto es algo que ha pasado bastante a menudo en sus productos oficiales y que me enerva. Detesto cuando en suplementos oficiales, GW se siente obligado a dar un resultado de empate técnico a todas sus batallas porque parece que tenga miedo de que algunos jugadores en el bando perdedor se sientan alienados, y solo otorga victorias claras cuando su propia narrativa los obliga a hacerlo, es decir, cuando lo que está en juego es demasiado importante como para dejarlo en el aire (Vigilus) o cuando participan personajes de los que existe una miniatura, que cuentan con su mandatoria plot armor (Saga of the Beast, War of the Spider, Ritual of the Damned...). Esto último no me molesta tanto, porque un bando puede se derrotado sin matar a su figura principal, pero esa timidez es lo que ha hecho que algunas batallas sea...inocuas.
Por ejemplo, Faith and Fury termina con un final abierto en todas su batallas, lo cual, en parte, podría ser para que nosotros recreemos el final de esa batalla, pero la consecuencia directa de esto es que no hay un final canon, y sin un final concreto, tampoco puede estar integrado en una continuidad, y sin continuidad, una batalla es inconsecuente. Lo mismo pasa en Blood of Baal y Saga of the Beast. Pero, y siendo un poco hipócrita con lo anteriormente mencionado acerca de "no decirle a GW cómo hacer su trabajo", no puedo evitar señalar que había hilos de los que tirar que no solo no se han aprovechado, sino que algunas facciones claramente han quedado relegadas, no ya al segundo plano, sino a un quinto o sexto. Los tiránidos, por ejemplo, han sido poco menos que unos antagonistas para los Ángeles Sangrientos en una campaña cuyo final último ya conocemos, lo cual, para la amenaza existencial que se supone que son, sabe a poco. Pero el mayor insulto se lo han llevado sin duda los Arlequines y la Death Watch, pues estas facciones ni siquiera han salido en los suplementos, sino que se han actualizado en las White Dwarf, lo cual me parece difícil de justificar, por varios motivos. El primero es que estos dos bandos han recibido muy pocas cosas nuevas, tanto que no logro entender por qué no se podían integrar en algún suplemento. Phoenix Rising o Pariah perfectamente podría haber incluido a uno de los dos, sino directamente a ambos. Pero además, es que no estamos hablando de bandos menores dentro del trasfondo. Puede que sean ejércitos relativamente poco populares, pero ahí donde se les ve, los Arlequines tienen más importancia en el trasfondo, y más consciencia de lo que ocurre a su alrededor, que las demás facciones eldar, mientras que la Death Watch se enfrenta a amenazas xeno sin que el resto del Imperium se entere, para evitar que estas crezcan hasta el punto de ser imposibles de detener. ¿Por qué no poner sus novedades en Pariah, donde hacen frente a los xenos que van a protagonizar la Novena Edición, Y ENCIMA, tienen a un nuevo personaje de su Ordo? Es la muestra menos sutil de que para GW, no todas las facciones merecen la misma atención. Para mas inri, hasta el Militarum Tempestus y una nueva subfacción del Caos, las Creaciones de Bile, han tenido su espacio dentro de los suplementos. Simple y sencillamente, no entiendo cómo estos bandos no han podido entrar de la misma manera.
Sin embargo, creo que el elemento que más llama la atención es que estos suplementos, y la Novena Edición, transcurren en un período que creíamos que ya había terminado. Me explico: en Octava Edición, la Gran Fisura era sucedida por la Cruzada Indomitus que lanza Roboute Guilliman, una campaña militar como no se ha visto desde la Gran Cruzada para rescatar mundos imperiales y salvar a la Humanidad en su hora mas oscura...PERO es que esta Cruzada ya tenia una conclusión. Las Guerras de la Plaga, que eran el conflicto de la caja de inicio de Octava Edición, y el enfrentamiento entre los primarcas Guilliman y Mortarion, sucedía un siglo y pico DESPUÉS del inicio de la Cruzada Indomitus. Esto no es algo que quedaba vagamente detallado en los códices y el reglamento, sino que se hizo una novelización por encargo de GW para que se relatase de manera concreta cómo continuaba el trasfondo, en las novelas de Guy Haley (Dark Imperium, Plague Wars, Devastation of Baal...) y resulta que ahora, en Novena, han elegido dar marcha atrás con respecto a ese "punto final" para enfocarse en las historias que ocurren DURANTE la Cruzada Indomitus. Siendo justos, hasta antes del final de la Séptima Edición, la idea era que todas las historias que se narraban ocurrían a lo largo del 41º Milenio, un lapso de tiempo enorme en el que todas las historias podían estar integradas. Esto no es tan distinto, pero hay que tener presente que de nuevo, tenemos un punto en la cronología en la que Warhammer 40.000 termina. Cierto es que Guy Haley está también entre los escritores de la serie Dawn of Fire, prácticamente está siendo el encargado de novelizar la continuidad canónica de 40K, por lo que la continuidad del metaverso y las próximas historias que nos deparan en esta Edición entrante no funcionan como entes separados, algo que me da esperanza...pero que espero ver cómo continua con cierta sospecha.
PARA FINALIZAR
La forma en la que GW trata su trasfondo ha cambiado. Esto es difícil de negar. Ignoro en qué momento se dieron cuenta de que un trasfondo en constante evolución crea mas expectación que uno que se encuentra estancado, por muchas historias que puedan crearse a su alrededor. Dicho esto, y aunque aprecio de corazón el esfuerzo, están en un proceso de aprender a cómo relacionar ambas dimensiones, la de ofrecer una galaxia en guerra para dar sabor a nuestras batallas en mesa (que al fin y al cabo es lo que nos están vendiendo) con una narrativa secuencial. No es fácil, y habrán fallos por el camino, pero es algo con lo que tengo esperanzas para el futuro. Hay muchas malas manias que GW aún tiene que sacudirse, como la mala mania de relegar facciones importantes a un rol de "secundones" (no secundarios, secundones), o intentar tener una mejor comunicación con los autores de Black Library si lo que quieren es evitar que sus trabajos terminen chocando con el material que luego van a publicar para el hobby. Pero el esfuerzo se aprecia y merece ser reconocido. Porque de lo contrario, lo único que tendremos será un trasfondo estancado.
Bienvenido a un lugar donde nos tomamos el trasfondo de Warhammer 40.000 mas en serio de lo que deberíamos. Reseñas del trasfondo en los suplementos y libros de la Black Library.
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sábado, 18 de julio de 2020
martes, 7 de julio de 2020
Análisis con Spoilers de Pariah
Libro de Psyquick Awakening número 9.
Así pues, tras meses de novedades, incidencias, y una larga espera, llegamos al final, a la línea de meta del Despertar Psíquico. Leer Pariah y tratar de examinar sus aportaciones al trasfondo como un producto independiente es, en las circunstancias que nos ocupan, imposible, algo que en verdad no es nada que no hay dicho anteriormente, pero dadme cancha. La importancia de Pariah radica en que es el cierre de la Octava Edición, enlazando de forma directa con el evento más importante de la Novena Edición: el retorno del Rey Silente y su revelación al resto de la galaxia, al mismo tiempo que sirve de colofón para la que, en mi opinión, es la idea central del Despertar Psíquico, por no mencionar el que ha sido el eje de los conflictos de la galaxia en la Octava Edición. Visto en perspectiva, entre Pariah y lo que sabemos del trasfondo de Novena, tengo la hipótesis de que GW tiene una idea bastante clara de cuales son los elementos entorno a los cuales quiere que gire su historia, algo que detallaré mas adelante. Que luego sea capaz de integrar todas las pequeñas historias que van dentro de ese marco mayor es una historia aparte, pero después de esta entrada tengo pensado escribir otra que repase los mayores aciertos y traspiés que nos ha dado esta serie.
PARTE 1: SILENCIO SEPULCRAL
La historia que nos ocupa gira entorno al Grupo de Batalla Kallides, que es enviado a explorar una zona del espacio de la que no llega comunicación alguna, ni una sola petición de socorro, y al llegar, se encuentran con un lugar poseído por el espanto. Resulta que los necrones, comandados por el Illuminos Szeras, han levantado unas estructuras capaces de anular la disformidad, pero cuyo poder va mucho mas allá, pues no se limitan a impedir cualquier poder psíquico, sino que cualquier criatura con capacidad de, simplemente pensar, se ve invadida por un letargo. Leí por ahí que es como si los necrones hubiesen convertido la Depresión Clínica en un arma y tienen bastante razón. La Inquisidora Draxos, que acompaña la comitiva imperial, nombra al sector como el Nexo Pariah, por el efecto similar que causan las Hermanas Silentes en quienes las rodean.
El primer asalto de los Imperiales contra los bastiones xenos sale estrepitosamente mal y el grupo de batalla entero se ve obligado a ponerse a la defensiva. No solo los necrones tienen una cantidad de fuerzas que parece que no termina nunca, sino que los grandes pilones que han erigido les dan una enorme ventaja cuando la Guardia Imperial se queda aturdida en mitad del campo de batalla e ignora todo lo que sucede a su alrededor, dejándola inoperativa. Incluso los Caballeros Imperiales y los Astartes sufren sus efectos, que reducen su efectividad en combate. Sin embargo, por alguna razón, las Hermanas de Batalla son inmunes a su influjo.
Entonces entra en escena Ephrael Stern (recordemos que apareció anteriormente en Phoenix Rising), que ante la situación desesperada, organiza una fuerza de Hermanas de Batalla para atacar de nuevo, no contra un bastión xeno, sino contra una base crucial para que los necrones puedan transportar fuerzas de un lugar a otro y para lo brevemente descrita que está, la batalla tiene todos los elementos para que sea sobresaliente: tiene la epicidad exagerada de ver a las Hermanas bombardeando una montaña para tirarla sobre los necrones, tiene las condiciones durísimas de una tundra con una ventisca que convierte el campo de batalla en un infierno, tiene un giro argumental, pues se suponía que los Ynnari debían aparecer y no lo han hecho. Y a pesar de todo, las hermanas consiguen hacerse con una victoria que cambia las tornas en el sector.
A partir de esta victoria, las fuerzas imperiales empiezan a asaltar todas las localizaciones de necrones que encuentran con similares construcciones, esta vez reforzados por mareas de fanáticos que vienen a reconquistar el terreno perdido y son inmunes al armamento xeno, pero una batalla cobra particular importancia: la Inquisidora Draxos y Ephrael Stern se disponen a lanzar un ataque a la mayo concentración de pilares necrones para obtener una muestra que luego el Adeptus Mechanicus pueda estudiar. La batalla comienza mucho antes de que se hagan las primeras maniobras, con Szeras y Draxos tratando de adelantarse a los movimientos del contrarios usando su conocimiento sobre xenotecnología. La batalla en sí tiene varios giros interesantes que le dan ritmo, y termina por todo lo alto: con la Inquisidora liberando un fragmento de C´Tan para que ataque a los necrones cuando estos logran acorralar a sus fuerzas en lo profundo de su ciudad-necrópolis. El propio C´Tan teleporta a Draxos y sus allegados lejos del campo de batalla mientras desata su furia contra sus captores.
Finalmente, los sacerdotes del Adeptus Mechanicus logran descifrar parte de la muestra que ha logrado la Inquisidora. No solo revela la existencia de otros Nexos Pariah, formando un círculo entorno a la galaxia, sino que también anuncia la llegada de alguien: Szarek, el Rey Silente.
PARTE 2: EL PODER DE LA FE
En los últimos números del Despertar Psíquico, GW ha sabido entregar una historia digna de ser mencionada, por su trama bien estructurada, personajes bien caracterizados y el siempre dulce regustillo que deja el leer algo espectacular que capte nuestra atención y Pariah está a la altura. No puedo decir que llegue a las cotas de calidad de entregas inmediatamente anteriores, pero si había algo que esperaba, como mínimo de las historias de estos suplementos, era que fuera una historia llamativa y que aportase elementos nuevos y aquí se da el caso. Pariah retoma la buena costumbre de tener un orden secuencial de eventos en los que el conflicto en cuestión se lee fácilmente como la sinopsis de una novela en lugar de pequeñas batallas sueltas e inconsecuentes, y para mí eso es fundamental, pero si encima presentas personajes nuevos, caracterizas bien a los viejos personajes, y encima sabes entregarlo todo de forma espectacular, pues no tengo queja. Bueno, casi.
Pariah sabe tomarse un momento para presentar a los necrones no como una fuerza imparable, sino como una sombra que acecha desde la esquina. Los imperiales llegan a una zona en la que no hay ni rastro de actividad humana, como si todos hubiesen desaparecido en un instante, lo que da a los necrones un aura de terror que le sienta de maravilla. Cuando el grupo de batalla Kallides llega al Nexo Pariah, los campos Geller de las naves son desactivados, pero no aparecen demonios, y se encuentran con el panorama de que todos los habitantes de la zona están intentando escapar, no solo refugiados humanos, sino también naves de orkos tratan de huir de lo que sea que está ocurriendo. Sin embargo, en el momento en que se descubre qué están levantando los necrones, ya tenemos un objetivo claro y la narrativa nunca se desvía de esto. Incluso se atreven a darnos un final canónico. Puede que el Nexus sea conquistado o no, pero ahora los Imperiales tienen una manera de conocer más sobre su enemigo.
Para rematar, las batallas son una combinación perfecta de los elementos característicos de Warhammer 40.000. Son exageradamente destructivas, se combate en condiciones imposibles, tienen un componente táctico y un componente sobrenatural. Además, que las Hermanas y sus milagros (o los actos de fe en general) sean lo único capaz de resistir el efecto de los pilares tiene unas oscuras implicaciones sobre la naturaleza del Emperador como un ente a medio camino entre lo terrenal y lo disforme.
Si acaso, la queja que tengo con esta iteración es que los personajes cumplen con los papeles que se les da, pero no hacen mucho mas. Actúan mas como lo que la historia que se nos narra requiere que sean que como individuos con motivación propia. Así, nos encontramos con que Szeras es poco mas que el villano de turno, Ephrael y su compañero Kiganyll son los héroes que dirigen la batalla que cambia las tornas y únicamente la Inquisidora Draxos nos ofrece algo de personalidad a través de sus actos, siendo un personaje implacable, que está dispuesta a cruzar cualquier línea con tal de alcanzar su meta, pero al mismo tiempo con una mente preclara y dotada de pragmatismo.
PARTE 3: GALAXIA EN LLAMAS
La Octava Edición comenzó con un gran golpe en la mesa, un giro de los acontecimientos cataclísimico que sacudió la galaxia y a todos sus habitantes sin compasión. No hablo tanto de la caída de Cadia, ojo ahí, como de el fenómeno que surgió a raíz de esto: la Gran Fisura, que no solo ha partido el Imperio en dos, sino que también ha servido para remarcar cual es el principal antagonista de la historia de 40K: el Caos. No Abaddon, los Primarcas o incluso los Dioses Oscuros, sino el Caos como concepto de base, una influencia casi siempre corruptora y arbitraria en la que residen poderes muy por encima del entendimiento de las razas de la galaxia, no digamos ya su capacidad de manipularlos. Esto no va solo de que las fisuras en la Disformidad ahora sean más habituales y las manifestaciones demoníacas y sus invasiones sean más comunes, sino que la barrera que separa nuestra realidad material con el Empíreo, (que recordemos que es la materia que da forma a los pensamientos y deseos, conscientes o no, de los humanos y otras razas) es muy delgada, lo que provoca que existan mas psíquicos con el peligro que esto supone. ¿Pero por qué esto es especialmente relevante en esta Edición? Porque es el primer punto de la trama, en mucho tiempo, que trasciende de su Edición, y a su lado, todo lo demás se siente mucho mas pequeño.
La mayor campaña militar de la Octava Edición, y que tomará mayor protagonismo en la Novena Edición, es la Cruzada Indomitus, la empresa militar que lleva a cabo Guilliman desde Terra para salvar el Imperium en su hora mas oscura, es básicamente el pilar de los eventos en el calendario imperial, pero al mismo tiempo, es un conflicto menor. Lo que GW nos ha dado en esta Edición, no solo en sus publicaciones de Studio sino también en sus libros de Black Library (especialmente los de Guy Haley) es la revelación manifiesta de que las grandes guerras que libra la humanidad son solo la capa superficial de una guerra que se lleva librando desde mucho antes de la fundación del Imperium, esto es, el de el Immaterium (encarnado en sus cuatro grandes Dioses del Caos) por dominar la realidad material. Al contrario que en Ediciones anteriores, ya no tenemos una batalla puntual para presentar una nueva Edición y que con el paso del tiempo sea una nota a pie de página, como la Primera Guerra Tiránida, Black Reach o Pandorax, sino que a partir de Octava y de todo lo que ha venido después, la forma de narrar la historia de 40K ha cambiado, con un enfoque mas claro en la imagen mayor y unos personajes principales que hacen avanzar la narrativa. El Imperio, con la apertura de la Gran Fisura y el descubrimiento de los pilones de Cadia, ha alcanzado un mayor entendimiento de los grandes poderes que gobernaron la galaxia eones atrás y ha comprendido que es necesario estudiar y conocer en profundidad estas fuerzas si pretenden sobrevivir, porque la Disformidad, antes, era un elemento clave del trasfondo, pero ahora se ha convertido en el motor principal de la narrativa, al presentarse como un factor constante que está modelando la galaxia.
Por eso, también, los necrones son una elección perfecta como facción final de este suplemento y como antagonistas de la próxima Novena Edición. Sin necesidad de meterse en profundidad en el trasfondo, los necrones son los herederos de unos seres, dioses podríamos llamarlos, que eran pura materia, y su tecnología se creó para poder hacer frente a criaturas cuyo poder surgía de controlar la Disformidad como expertos. Para que nos entendamos, que los necrones sean el punto final del Despertar Psíquico y emerjan como la nueva gran amenaza significa varias cosas:
La primera es que el Imperium no es el enemigo natural del Caos, sino su presa, su ganado, la carne de la que se alimentan las criaturas del Empíreo. El verdadero enemigo del Caos son aquellos que saben como anular su influencia en el mundo material.
La segunda es que esto incide en que el Imperium ya no puede actuar de forma reactiva las amenazas que lo asedian, sino que debe conocer en profundidad a sus enemigos si espera derrotarlos; recordemos que la guerra por Vigilus giraba en torno a defender los depósitos de Piedra Negra que mantenían abierto el guantelete de Nachmnud.
Pero la tercera y mas inquietante de las revelaciones de Pariah es que la Humanidad no puede, en este Milenio Oscuro, vivir sin la Disformidad, pues la fe en el Emperador ha creado un nuevo ente cuyas manifestaciones trascienden las reglas establecidas con respecto a las criaturas del Empíreo. La fe de las Hermanas no se ve afectada por las máquinas necronas, los milagros del Emperador no pueden ser disipados, y Santa Celestine, aunque perdiera sus poderes en Cadia, sigue siendo un ser que no se define por los mismos parámetros que los demonios y otros engendros. De alguna manera, la fe en el Emperador está cambiando la propia naturaleza de la Disformidad.
Como nota final, el apartado de Ecos de la Disformidad que viene al final, hay dos párrafos que me han llamado la atención. Uno que avisa de una Flota Enjambre aproximándose al sistema Solar, a Terra. El segundo es posiblemente el retorno de los SQUATS!!
PARA FINALIZAR
Pariah es la muestra que yo necesitaba para que me quedase claro que GW, aunque no siempre haga las cosas bien, no actúa sin pensar. Durante muchísimo tiempo su narrativa a sido un telón de fondo y, cierto es, esa sigue siendo su principal función metanarrativa, dar un marco para darle sabor a la batallas en mesa, pero aquí se nota un esfuerzo por crear una narrativa orgánica. A grandes rasgos, el Despertar Psíquico es un avance en la dirección correcta, pero cierto es que vendría a mano un repaso que diera cuenta de los logros que ha conseguido, aunque también de los puntos en los que han flaqueado con esta serie de suplementos, algo que vendrá en la siguiente entrada.
Terminamos con los relatos cortos de este suplemento:
Lassitude de Andy Clark: es el anticipo de los efectos que tienen los artefactos necrones sobre los habitantes del Nexo Pariah antes de que llegue el grupo de batalla Kallides. De por sí está bien, pero si no sabes que es un relato de 40K, gana todavía mas, porque no revela nada.
Point in the Storm de Duncan Waugh. La relación de esta historia es algo menos directa que lo que estamos acostumbrados a leer, y la verdad, no termina de ser memorable. No está mal, pero no pasa de eso, de un "no está mal".
Gone Dark de Dirk Wehner. Si has visto la peli Virus, no te pierdes nada.
For every End, a Beggining, de Andy Clark. En este pequeño relato final, Clark nos regala una audiencia con un Illuminor Szeras muy convincente rumiando en sus laboratorios y cámaras sobre intrigas y planes, sobre un misterioso benefactor, y sobre un gran proyecto que se está apunto de llevar a cabo para mantener a raya la Disformidad. Es CRUCIAL.
Así pues, tras meses de novedades, incidencias, y una larga espera, llegamos al final, a la línea de meta del Despertar Psíquico. Leer Pariah y tratar de examinar sus aportaciones al trasfondo como un producto independiente es, en las circunstancias que nos ocupan, imposible, algo que en verdad no es nada que no hay dicho anteriormente, pero dadme cancha. La importancia de Pariah radica en que es el cierre de la Octava Edición, enlazando de forma directa con el evento más importante de la Novena Edición: el retorno del Rey Silente y su revelación al resto de la galaxia, al mismo tiempo que sirve de colofón para la que, en mi opinión, es la idea central del Despertar Psíquico, por no mencionar el que ha sido el eje de los conflictos de la galaxia en la Octava Edición. Visto en perspectiva, entre Pariah y lo que sabemos del trasfondo de Novena, tengo la hipótesis de que GW tiene una idea bastante clara de cuales son los elementos entorno a los cuales quiere que gire su historia, algo que detallaré mas adelante. Que luego sea capaz de integrar todas las pequeñas historias que van dentro de ese marco mayor es una historia aparte, pero después de esta entrada tengo pensado escribir otra que repase los mayores aciertos y traspiés que nos ha dado esta serie.
PARTE 1: SILENCIO SEPULCRAL
La historia que nos ocupa gira entorno al Grupo de Batalla Kallides, que es enviado a explorar una zona del espacio de la que no llega comunicación alguna, ni una sola petición de socorro, y al llegar, se encuentran con un lugar poseído por el espanto. Resulta que los necrones, comandados por el Illuminos Szeras, han levantado unas estructuras capaces de anular la disformidad, pero cuyo poder va mucho mas allá, pues no se limitan a impedir cualquier poder psíquico, sino que cualquier criatura con capacidad de, simplemente pensar, se ve invadida por un letargo. Leí por ahí que es como si los necrones hubiesen convertido la Depresión Clínica en un arma y tienen bastante razón. La Inquisidora Draxos, que acompaña la comitiva imperial, nombra al sector como el Nexo Pariah, por el efecto similar que causan las Hermanas Silentes en quienes las rodean.
-¿Desde cuándo los necrones lleváis capa?
-¿Qué?
-Que desde cuándo los necrones...
-No, que quien te ha preguntado.
El primer asalto de los Imperiales contra los bastiones xenos sale estrepitosamente mal y el grupo de batalla entero se ve obligado a ponerse a la defensiva. No solo los necrones tienen una cantidad de fuerzas que parece que no termina nunca, sino que los grandes pilones que han erigido les dan una enorme ventaja cuando la Guardia Imperial se queda aturdida en mitad del campo de batalla e ignora todo lo que sucede a su alrededor, dejándola inoperativa. Incluso los Caballeros Imperiales y los Astartes sufren sus efectos, que reducen su efectividad en combate. Sin embargo, por alguna razón, las Hermanas de Batalla son inmunes a su influjo.
Entonces entra en escena Ephrael Stern (recordemos que apareció anteriormente en Phoenix Rising), que ante la situación desesperada, organiza una fuerza de Hermanas de Batalla para atacar de nuevo, no contra un bastión xeno, sino contra una base crucial para que los necrones puedan transportar fuerzas de un lugar a otro y para lo brevemente descrita que está, la batalla tiene todos los elementos para que sea sobresaliente: tiene la epicidad exagerada de ver a las Hermanas bombardeando una montaña para tirarla sobre los necrones, tiene las condiciones durísimas de una tundra con una ventisca que convierte el campo de batalla en un infierno, tiene un giro argumental, pues se suponía que los Ynnari debían aparecer y no lo han hecho. Y a pesar de todo, las hermanas consiguen hacerse con una victoria que cambia las tornas en el sector.
GUITARRAZO PARA MI ENTRADA, WOOOOO!
A partir de esta victoria, las fuerzas imperiales empiezan a asaltar todas las localizaciones de necrones que encuentran con similares construcciones, esta vez reforzados por mareas de fanáticos que vienen a reconquistar el terreno perdido y son inmunes al armamento xeno, pero una batalla cobra particular importancia: la Inquisidora Draxos y Ephrael Stern se disponen a lanzar un ataque a la mayo concentración de pilares necrones para obtener una muestra que luego el Adeptus Mechanicus pueda estudiar. La batalla comienza mucho antes de que se hagan las primeras maniobras, con Szeras y Draxos tratando de adelantarse a los movimientos del contrarios usando su conocimiento sobre xenotecnología. La batalla en sí tiene varios giros interesantes que le dan ritmo, y termina por todo lo alto: con la Inquisidora liberando un fragmento de C´Tan para que ataque a los necrones cuando estos logran acorralar a sus fuerzas en lo profundo de su ciudad-necrópolis. El propio C´Tan teleporta a Draxos y sus allegados lejos del campo de batalla mientras desata su furia contra sus captores.
Finalmente, los sacerdotes del Adeptus Mechanicus logran descifrar parte de la muestra que ha logrado la Inquisidora. No solo revela la existencia de otros Nexos Pariah, formando un círculo entorno a la galaxia, sino que también anuncia la llegada de alguien: Szarek, el Rey Silente.
PARTE 2: EL PODER DE LA FE
En los últimos números del Despertar Psíquico, GW ha sabido entregar una historia digna de ser mencionada, por su trama bien estructurada, personajes bien caracterizados y el siempre dulce regustillo que deja el leer algo espectacular que capte nuestra atención y Pariah está a la altura. No puedo decir que llegue a las cotas de calidad de entregas inmediatamente anteriores, pero si había algo que esperaba, como mínimo de las historias de estos suplementos, era que fuera una historia llamativa y que aportase elementos nuevos y aquí se da el caso. Pariah retoma la buena costumbre de tener un orden secuencial de eventos en los que el conflicto en cuestión se lee fácilmente como la sinopsis de una novela en lugar de pequeñas batallas sueltas e inconsecuentes, y para mí eso es fundamental, pero si encima presentas personajes nuevos, caracterizas bien a los viejos personajes, y encima sabes entregarlo todo de forma espectacular, pues no tengo queja. Bueno, casi.
-Que te digo que lo nuestro no es un Deus Ex Machina, animal!
Pariah sabe tomarse un momento para presentar a los necrones no como una fuerza imparable, sino como una sombra que acecha desde la esquina. Los imperiales llegan a una zona en la que no hay ni rastro de actividad humana, como si todos hubiesen desaparecido en un instante, lo que da a los necrones un aura de terror que le sienta de maravilla. Cuando el grupo de batalla Kallides llega al Nexo Pariah, los campos Geller de las naves son desactivados, pero no aparecen demonios, y se encuentran con el panorama de que todos los habitantes de la zona están intentando escapar, no solo refugiados humanos, sino también naves de orkos tratan de huir de lo que sea que está ocurriendo. Sin embargo, en el momento en que se descubre qué están levantando los necrones, ya tenemos un objetivo claro y la narrativa nunca se desvía de esto. Incluso se atreven a darnos un final canónico. Puede que el Nexus sea conquistado o no, pero ahora los Imperiales tienen una manera de conocer más sobre su enemigo.
Para rematar, las batallas son una combinación perfecta de los elementos característicos de Warhammer 40.000. Son exageradamente destructivas, se combate en condiciones imposibles, tienen un componente táctico y un componente sobrenatural. Además, que las Hermanas y sus milagros (o los actos de fe en general) sean lo único capaz de resistir el efecto de los pilares tiene unas oscuras implicaciones sobre la naturaleza del Emperador como un ente a medio camino entre lo terrenal y lo disforme.
Si acaso, la queja que tengo con esta iteración es que los personajes cumplen con los papeles que se les da, pero no hacen mucho mas. Actúan mas como lo que la historia que se nos narra requiere que sean que como individuos con motivación propia. Así, nos encontramos con que Szeras es poco mas que el villano de turno, Ephrael y su compañero Kiganyll son los héroes que dirigen la batalla que cambia las tornas y únicamente la Inquisidora Draxos nos ofrece algo de personalidad a través de sus actos, siendo un personaje implacable, que está dispuesta a cruzar cualquier línea con tal de alcanzar su meta, pero al mismo tiempo con una mente preclara y dotada de pragmatismo.
Nos ha jodido, a mi también se me va la depresión si veo a estas señoras quemando peña. No me miréis raro, que soy valenciano.
PARTE 3: GALAXIA EN LLAMAS
La Octava Edición comenzó con un gran golpe en la mesa, un giro de los acontecimientos cataclísimico que sacudió la galaxia y a todos sus habitantes sin compasión. No hablo tanto de la caída de Cadia, ojo ahí, como de el fenómeno que surgió a raíz de esto: la Gran Fisura, que no solo ha partido el Imperio en dos, sino que también ha servido para remarcar cual es el principal antagonista de la historia de 40K: el Caos. No Abaddon, los Primarcas o incluso los Dioses Oscuros, sino el Caos como concepto de base, una influencia casi siempre corruptora y arbitraria en la que residen poderes muy por encima del entendimiento de las razas de la galaxia, no digamos ya su capacidad de manipularlos. Esto no va solo de que las fisuras en la Disformidad ahora sean más habituales y las manifestaciones demoníacas y sus invasiones sean más comunes, sino que la barrera que separa nuestra realidad material con el Empíreo, (que recordemos que es la materia que da forma a los pensamientos y deseos, conscientes o no, de los humanos y otras razas) es muy delgada, lo que provoca que existan mas psíquicos con el peligro que esto supone. ¿Pero por qué esto es especialmente relevante en esta Edición? Porque es el primer punto de la trama, en mucho tiempo, que trasciende de su Edición, y a su lado, todo lo demás se siente mucho mas pequeño.
La mayor campaña militar de la Octava Edición, y que tomará mayor protagonismo en la Novena Edición, es la Cruzada Indomitus, la empresa militar que lleva a cabo Guilliman desde Terra para salvar el Imperium en su hora mas oscura, es básicamente el pilar de los eventos en el calendario imperial, pero al mismo tiempo, es un conflicto menor. Lo que GW nos ha dado en esta Edición, no solo en sus publicaciones de Studio sino también en sus libros de Black Library (especialmente los de Guy Haley) es la revelación manifiesta de que las grandes guerras que libra la humanidad son solo la capa superficial de una guerra que se lleva librando desde mucho antes de la fundación del Imperium, esto es, el de el Immaterium (encarnado en sus cuatro grandes Dioses del Caos) por dominar la realidad material. Al contrario que en Ediciones anteriores, ya no tenemos una batalla puntual para presentar una nueva Edición y que con el paso del tiempo sea una nota a pie de página, como la Primera Guerra Tiránida, Black Reach o Pandorax, sino que a partir de Octava y de todo lo que ha venido después, la forma de narrar la historia de 40K ha cambiado, con un enfoque mas claro en la imagen mayor y unos personajes principales que hacen avanzar la narrativa. El Imperio, con la apertura de la Gran Fisura y el descubrimiento de los pilones de Cadia, ha alcanzado un mayor entendimiento de los grandes poderes que gobernaron la galaxia eones atrás y ha comprendido que es necesario estudiar y conocer en profundidad estas fuerzas si pretenden sobrevivir, porque la Disformidad, antes, era un elemento clave del trasfondo, pero ahora se ha convertido en el motor principal de la narrativa, al presentarse como un factor constante que está modelando la galaxia.
Por eso, también, los necrones son una elección perfecta como facción final de este suplemento y como antagonistas de la próxima Novena Edición. Sin necesidad de meterse en profundidad en el trasfondo, los necrones son los herederos de unos seres, dioses podríamos llamarlos, que eran pura materia, y su tecnología se creó para poder hacer frente a criaturas cuyo poder surgía de controlar la Disformidad como expertos. Para que nos entendamos, que los necrones sean el punto final del Despertar Psíquico y emerjan como la nueva gran amenaza significa varias cosas:
La primera es que el Imperium no es el enemigo natural del Caos, sino su presa, su ganado, la carne de la que se alimentan las criaturas del Empíreo. El verdadero enemigo del Caos son aquellos que saben como anular su influencia en el mundo material.
La segunda es que esto incide en que el Imperium ya no puede actuar de forma reactiva las amenazas que lo asedian, sino que debe conocer en profundidad a sus enemigos si espera derrotarlos; recordemos que la guerra por Vigilus giraba en torno a defender los depósitos de Piedra Negra que mantenían abierto el guantelete de Nachmnud.
Pero la tercera y mas inquietante de las revelaciones de Pariah es que la Humanidad no puede, en este Milenio Oscuro, vivir sin la Disformidad, pues la fe en el Emperador ha creado un nuevo ente cuyas manifestaciones trascienden las reglas establecidas con respecto a las criaturas del Empíreo. La fe de las Hermanas no se ve afectada por las máquinas necronas, los milagros del Emperador no pueden ser disipados, y Santa Celestine, aunque perdiera sus poderes en Cadia, sigue siendo un ser que no se define por los mismos parámetros que los demonios y otros engendros. De alguna manera, la fe en el Emperador está cambiando la propia naturaleza de la Disformidad.
Como nota final, el apartado de Ecos de la Disformidad que viene al final, hay dos párrafos que me han llamado la atención. Uno que avisa de una Flota Enjambre aproximándose al sistema Solar, a Terra. El segundo es posiblemente el retorno de los SQUATS!!
PARA FINALIZAR
Pariah es la muestra que yo necesitaba para que me quedase claro que GW, aunque no siempre haga las cosas bien, no actúa sin pensar. Durante muchísimo tiempo su narrativa a sido un telón de fondo y, cierto es, esa sigue siendo su principal función metanarrativa, dar un marco para darle sabor a la batallas en mesa, pero aquí se nota un esfuerzo por crear una narrativa orgánica. A grandes rasgos, el Despertar Psíquico es un avance en la dirección correcta, pero cierto es que vendría a mano un repaso que diera cuenta de los logros que ha conseguido, aunque también de los puntos en los que han flaqueado con esta serie de suplementos, algo que vendrá en la siguiente entrada.
Terminamos con los relatos cortos de este suplemento:
Lassitude de Andy Clark: es el anticipo de los efectos que tienen los artefactos necrones sobre los habitantes del Nexo Pariah antes de que llegue el grupo de batalla Kallides. De por sí está bien, pero si no sabes que es un relato de 40K, gana todavía mas, porque no revela nada.
Point in the Storm de Duncan Waugh. La relación de esta historia es algo menos directa que lo que estamos acostumbrados a leer, y la verdad, no termina de ser memorable. No está mal, pero no pasa de eso, de un "no está mal".
Gone Dark de Dirk Wehner. Si has visto la peli Virus, no te pierdes nada.
For every End, a Beggining, de Andy Clark. En este pequeño relato final, Clark nos regala una audiencia con un Illuminor Szeras muy convincente rumiando en sus laboratorios y cámaras sobre intrigas y planes, sobre un misterioso benefactor, y sobre un gran proyecto que se está apunto de llevar a cabo para mantener a raya la Disformidad. Es CRUCIAL.
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