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viernes, 7 de febrero de 2020

Un breve ensayo sobre la estrategia de Abaddon en Vigilus. Capítulo 2

Cuarta parte: La venda en los ojos.
La estrategia general y la falta de información.
A pesar de la falta de control constante de las fuerzas del Caos, no se puede decir que el esbozo del plan de Abaddon sea malo. Usar a las fuerzas del Caos como bandas de bestias rabiosas no será el colmo de la finura, pero desde luego conoce las virtudes de sus aliados y sabe darle buen uso a las herramientas de que dispone.
Una ventaja que tienen los planes básicos es que pueden ejecutarse con relativa escasez de ensayo, por lo que, a pesar de que sus fábricas en Nemendghast fueron destruidas por la fuerza de Vanguardia de los Ultramarines, no vio necesario cambiar los planes de invasión. Además, sabia cuales era sus mayores preocupaciones y tenia el medio de hacerles frente. No contaría con refuerzos, pero al otorgar la mayoría de sus Coronas de Noctilita a los Portadores de la Palabra, se aseguraba la ayuda de demonios que acudirían a la liza y con Sangua Terra bloqueada por la flota secundaria, ganaría tiempo de cumplir su objetivo. El plan es sencillo: asaltar en masa y abrir todos los frentes de batalla que fuera posible, abriendo un hueco en las defensas navales del Imperio con la Espíritu Vengativo al frente. Su plan incluye además contactar con un aliado que se encuentra en Vigilus, un bibliotecario de los Caídos que pueda ayudarle a causar estragos en las defensas imperiales mediante el uso de un arma secreta. Todo esto, sin embargo, es una mera distracción para que él pueda atacar los silos fortificados del Adeptus Mecanicus y desproveer al planeta de la Noctilita.
Sin embargo, es necesario hablar de la mayor carencia del plan de Abaddon, una decisiva: información: Vigilus llevaba años enfrascada en la Guerra de las Bestias, con orkos, cultistas xenos y eldars asediando a las fuerzas imperiales cosa que desconoce por completo. Para Abaddon, el planeta está defendido por meros regimientos locales,los macrolados del Adeptus Mecanicus, seguramente por las preceptorias locales del Adeptas Sororitas y algunas fuerzas de Astartes Leales, pero no se imagina lo que hay allí. Para el momento de su llegada, la fuerza naval que defiende Vigilus es mayor de la esperada, las fuerzas de Astartes y del Adeptus Mecanicus también son mucho mayores, las fuerzas xeno son tan numerosas que suponen un enemigo por lo menos igual de capaz de librar batalla contra él como lo son las fuerzas imperiales en múltiples localizaciones a lo largo y ancho del planeta pero lo más importante es que ignora que entre los comandantes enemigos hay tres líderes excepcionales: Kor´Sarro Khan, Pedro Kantor y el más importante, Marneus Calgar.
Este último es de vital importancia porque Marneus Calgar es un comandante atípico. Usualmente todos los comandantes del Imperio lucharán por proteger puntos estratégicos vitales, pero Marneus Calgar no tiene miedo de recurrir a estrategias desesperadas que pocos comandantes se atreverían siquiera a teorizar, entre ellas, destruir recursos de valor o aliarse con xenos, pero lo más importante es que el mando imperial es perfectamente consciente de que Abaddon se aproxima, debido a que el Saqueador consideró oportuno anunciar su llegada con antelación a modo de arma de guerra psicológica, pero teniendo en cuenta que la inmensa mayoria de enemigos en Vigilus probablemente ni lo conozcan, renunciar de esa manera al factor sorpresa es cuanto menos, cuestionable.

Quinta parte: as en la manga, carta quemada.
Sobre armas secretas y oportunidades perdidas.
La ofensiva sobre Vigilus se puede sintetizar en dos elementos destacables: el uso de armamento desconocido y el desaprovechamiento del poder de los aliados de Abaddon. Desde siempre, una baza a favor de Abaddon ha sido el uso de armamento y medios que solo él conocía de su existencia, de manera que sus enemigos no pudieran preveerlo o elaborar una contraestrategia. Hay dos armas que merecen ser nombradas porque son las que le otorgan la ventaja en momentos clave de la invasión y las dos tienen que ver principalmente con anular los recursos navales del enemigo.
El uso de las Coronas de Noctilita es clave en el plan de invasión. No solo para la invocación de demonios en la superfície del planeta, sino para evitar el bloqueo naval que hay nada mas salir del punto de Mandeville del sistema solar de Vigilus. Nada mas llegar, Abaddon canaliza la Disformidad para hacer un bypass a los campos Geller de la flota de imperial haciendo que emergan demonios en los puentes de mando y con ello, obligándolos a retirarse. La segunda arma que usa es la Garra del Vacio, un cañón de singularidad gigantesco que guarda un aliado secreto de los Caídos en Vigilus, oculto en el centro de una tormenta artificial. Esta alianza a regañadientes le vale para disparar el arma contra las naves imperiales, creando un espacio gravitatorio que las deja vulnerables a las armas de la flota del Caos (Imagino que porque el centro gravitatorio impide el uso de escudos o distorsiona la navegación y sistemas de armamento
Sin embargo, en la superficie su plan se desarrolla tal y como había planeado, con su gente atacando todo lo que ve. Eso es, precisamente, la mayor oportunidad perdida de Abaddon. Las bandas del Caos atacan a ciegas donde caen sin tener un objetivo claro mas que encontrar defensas imperiales y destruirlas, pero por lo mismo cada banda actúa de forma independiente y en ocasiones, totalmente ilógica: las Bestias de Bronce se lanzan a pecho descubierto contra las lineas de armas del Adeptus Mecanicus, la Purga combate contra la Guardia de la Muerte por diferencias religiosas, los Amos de la Noche y el Azote terminan siendo expulsados de Dirkden cuando se encuentran con el mogollón de cultistas xenos que hay allí, las Legio Titanicas se olvidan de los imperiales y se enzarzan en duelo con los gargantes orkos. Incluso los Guerreros de Hierro, en lugar de atacar los lugares peor defendidos, se pelean contra los Puños Imperiales en la zona mejor defendida de todo Vigilus por una cuestión de venganza personal; la Hueste Impecable ataca los enclaves de la aristocracia y se montan sus orgias olvidándose de que están en una guerra. Esto se agrava a medida que los imperiales deciden que una buena estrategia es atraer a los orkos a la retaguardia de las fuerzas del Caos.
Cuatro momentos de la invasión en los que la intervención de xenos resulta crucial antes de que Calgar decida aliarse con los Aeldari son: el desastre de Dirkden, los Mil Hijos siendo retenidos en el glaciar de Kaelac por Drukharis, los Guerreros de Hierro viéndose entre la espada y la pared por orkos que los asaltan desde la retaguardia y en general toda la guerra que tiene lugar en Megaborealis es un pandemonium en el que las fuerzas del Caos se las ven contra el Adeptus Mecanicus, los orkos y los cultos genestealer.

Termina esta disertación en el Capítulo 3

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