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viernes, 7 de febrero de 2020

Un breve ensayo de la estrategia de Abaddon en la guerra en Vigilus Capítulo 3

Sexta parte: Hijos predilectos
La jugada final de Calgar
Hay que ser justos con una declaración inicial: de no ser por Calgar, Vigilus habría caído. La situación del planeta era decadente cando Abaddon llegó, pero después de iniciar su invasión, era insostenible y con Abaddon y la Espíritu Vengativo era cuestión de tiempo que las fuerzas imperiales fueran aniquiladas. Era necesario recurrir a medidas desesperadas y Calgar es un hombre al que no le tiembla el pulso a la hora de acometer empresas que otros no se atreverían. Durante la Primera Guerra Tiránida sacrificó toda su Primera Compañia para ganar, y aquí muestra la misma ambición. Primero, aniquilando las agujas de las colmenas para impedir que los ataquen desde los niveles superiores. Segundo, retira sus fuerzas de posiciones que, aunque tengan valor estratégico, sabe que en cuanto las tome el Caos, van a tener que defenderlas ellos de los xenos. Y tercero, la alianza con los Aeldari
Esta alianza merece una mención aparte. Calgar no solo está dispuesto a cometer un acto por lo que muchos pedirían su cabeza por herejía, sino que para cerrar el trato, entrega a los líderes Aeldari las cabezas de la aristocracia y de la cúpula militar del Astra Militarum
La estrategia final de Calgar es atraer a Abaddon a un duelo que lo distraiga mientras los Aeldari cuelan una nave de las suyas cargada hasta arriba con torpedos de vacio y estallarlos contra la Espíritu Vengativo. Calgar sabe que la fuerza naval de Abaddon se sostiene casi exclusivamente por su buque insignia, pero sin él, las fuerza naval del Imperio no solo derrotaría la flota del Caos, sino que otorgaría a las fuerzas de la superficie el apoyo naval que necesitan.
La importancia de esta estrategia final solo se entiende como una combinación de todos los fallos estratégicos de Abaddon hasta el momento. Primero, no saber quien manda a las fuerzas imperiales. Segundo, una fuerza naval demasiado dependiente de una sola nave. Tercero, la dependencia de las fuerzas del Caos de su presencia. Cuarto y mas grave, ignorar a los Xenos. Quinto, que su propio orgullo le nuble el juicio y no le deje ver una treta tan obvia. Uno podría pensar que siendo un Adeptus Astartes, es lógico que quieran cubrirse de gloria con alguna maniobra ilógica, pero es de Marneus Calgar de quien hablamos. Su soluciones son extremas, pero nunca arbitrarias.
La estrategia, como es de sobra conocido, tiene éxito y tanto Abaddon como la Espíritu Vengativo se ven obligados a retirarse de Vigilus abandonando a sus aliados a su suerte.

Séptima parte y final: la Larga Guerra.
Pensamientos finales ¿Es Abaddon un buen estratega?
De la Guerra de las Pesadillas se extrae una campaña que define a Abaddon por sus actos en un nuevo escenario, un nuevo contexto en el que la Puerta de Cadia ya ha caído y los medios tradicionales con los que contaba no están a su disposición. Tiene que apañárselas con lo que tiene, de manera similar a como lo hizo cuando reconstruyó la Legion Negra. De modo que, en vista de los acontecimientos, cabe preguntarse: ¿es Abaddon un buen comandante?
La respuesta no es tan sencilla. Vigilus habría sido una victoria aplastante de no ser por Calgar, pero incluso apartándolo de la ecuación, hay determinados aspectos de la estrategia de Abaddon que son indefendibles. Para Abaddon, el Imperio sigue siendo defendido por generales supersticiosos de mirada estrecha que defienden objetivos de manera tradicional sin plantearse el balance de coste/recompensa y pasar por alto a los xenos es un lujo que nadie debería permitirse. La cuestión de si es posible tener un control mas estrecho sobre las tropas del Caos es debatible, pero a priori no es algo que pueda echarle en cara como si fuera culpa suya que lo que tenga a mano sea tan poco fiable.
Aun con todo, no se debe ignorar su paciencia y capacidad de preparación. Cuando Abaddon ataca, resulta imposible saber cómo lo va a hacer y las mas de las veces es de esperar que él sepa algo que sus rivales ignorar. Por desgracia, esto le pone por debajo de sus contrapartidas en guerra convencional si no dispone de alguna carta bajo la manga. Si lo tuviera que calificar de alguna manera, diría que es un comandante excelente cuando tiene la iniciativa, pero pobre cuando tiene que responder a una amenaza. Sus planes rara vez tienen contramedidas, y contra fuerzas más esotéricas y guerra poco convencional, se ve superado por los xenos. Por ende, me parece que está bastante por encima de la media, pero esto tampoco lo deja en un lugar tan elevado como la leyenda que arrastra su nombre.


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