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domingo, 1 de noviembre de 2020

¿Qué hizo tan especiales a los Fantasmas de Gaunt?

 Los Fantasmas de Gaunt son una saga mítica. Si acaso solo haría falta presentarlos a los fans mas recientes, que a la hora de sumergirse en los vastos mares de trasfondo, se encuentran con la desbordante marea de publicaciones que existen a día de hoy de Black Library, pero que esto no aliene a nadie. Tanto si eres un sangre vieja que adquirió los libros de bolsillo, como un novicio recién introducido en este demente metaverso, esta es una entrada va dirigida a todos los warhammeros con los que comparto el hobby, repasando las grandes virtudes, pero también poniendo la mirada crítica, en un trabajo que hizo escuela.

Seguramente alguno me crucifique por afirmar que hace unos años la comunidad de Warhammer 40.000 no tiene nada que ver con lo que es ahora, y me quiera recordar este o aquel foro, pero esto es algo que no se puede comparar a lo que tenemos ahora. Canales de Youtube que hablan sobre trasfondo, animadores, un número cada vez mayor de autores en Black Library y en general, el rostro de los Marines Espaciales se está haciendo un hueco en la cultura mainstream muy poco a poco, pero en su día la Herejía de Horus ocupaba un párrafo en un reglamento, los Primarcas eran entidades mitológicas, y los secretos que ahora conocemos de grandes poderes de la galaxia eran una incógnita, y solo los comandantes mas ilustres copaban la escena. Para los individuos comunes, el navegante, el guardia imperial, el líder de una banda, el mekánico, el eldar que no iba a la guerra, su papel en el universo era poco mas que una consecuencia de la sociedades a las que pertenecían, pero no existía tiempo para darles voz. Esto era mas habitual en Warhammer Fantasy, que se ambientaba en un mundo mas "cercano" al nuestro y que tuvo la suerte de contar con juegos de rol mucho antes de Warhammer 40.000, que le ponían a uno en la piel de un ciudadano común en un mundo inmisericorde, otorgando con ello las herramientas para ilustrar el día a día de uno de estos individuos. Por su parte, el terrorífico futuro del 41º milenio tuvo sus pequeños tientos a la visión de los desposeídos, los marginados y los humildes, pero su espectro era muy pequeño. Ahora todo es distinto, y en parte, pienso que es gracias a estas novelas.

Si hay algo que ha cambiado sobremanera en la narrativa de los Códex, manuales y suplementos es que ya no tiran tanto de las historias intradiegéticas, sino que ahora los productos del juego son auténticas enciclopedias con extensas entradas sobre cada unidad, planos de la orgánica de los ejércitos y mapas muy detallados. Esto no solía ser así. En los tiempos en los que los libros eran de tapa blanda, el espacio dedicado para el trasfondo era mínimo, pero era increíblemente inmersivo porque todo eran mini relatos, narrados a través de la correspondencia de personajes del metaverso o información de eventos de un pasado lejano pero que abrazaban el misterio; la primerísima primera introducción a los universos de Games Workshop con historias algo mas extensas fueron los relatos cortos de la revista Inferno, donde por cierto, hicieron su primera aparición los Fantasmas de Gaunt. 

El primero libro de los Fantasmas de Gaunt, (Primero y Único), fue también la primera novela publicada por Black Library, en un tiempo en el que además, dichas publicaciones se traducían el español, y Dan Abnett tuvo una aproximación a su universo muy particular, que arriesgaba introduciendo no solo personajes nuevos, sino una gran campaña militar con la ambición de que se convirtiera con la misma repercusión e importancia que aquellas que venían en los Códex y reglamentos, de aquellas que Games Workshop se interesaba por contar. Probablemente hablar de una serie de novelas empezando por su contexto se parezca a empezar la casa por el tejado, pero hablamos de Warhammer 40.000, donde el contexto extenso lo es todo, y este autor se hizo un hueco por méritos propios en un lugar que de por sí ya era grande. 

Esta ambición se extendía a su elenco de personajes. En lugar de narrar la historia de un gran personaje, la acción se veía desde el punto de vista de muchos, y no solo no eran gente importante, es que estamos hablando del último eslabón de la cadena alimenticia: guardias imperiales, la pieza mas desechable de la máquina de guerra imperial. Mas aún, estos soldados no son ni mucho menos los protagonistas de la Cruzada, sino uno de tantísimos regimientos de hombres y mujeres que luchaban y morían en una guerra que su autor se había sacado de la manga; esto es algo que hay que situar en el contexto de principios de los años 2000, cuando la oferta de literatura warhammera era casi inexistente, en la que no se tenia para nada tanta información del propio universo. Sin ir mas lejos, la saga de la Herejía de Horus aún no había comenzado cuando se publicaron los primeros libros de los Fantasmas de Gaunt. En otras palabras, su autor podría haber tirado de los nombres conocidos por la comunidad de aquel entonces, pero en lugar de esto, optó por contarnos una historia casi desde cero.

Dan Abnett estaba mostrando con su obra cuán lejos se podía ir mas allá de las publicaciones oficiales, porque ante todo, los Fantasmas de Gaunt parecen una obra de verdad hecha por un fan tan entusiasmado con las posibilidades creativas del universo que le habían planteado que no se había limitado a crear la historia de "su ejército", sino que abarcaba mucho mas. Los demás regimientos, el funcionamiento de la burocracia militar imperial, los complejos mecanismos de la jerarquía de los ejércitos del Caos, las intrigas militares y la enorme variedad en que la Guardia Imperial podía presentarse son solo algunos de los puntos sobre los que la obra de Abnett profundizaba, dándole a su trabajo algo que ha hecho escuela en los años siguientes: atmósfera. Por descontado, la joya de la corona era el propio Regimiento de los Fantasmas de Tanith, para quienes su autor desarrolló toda una cultura, iconografía, lenguaje y doctrina de combate. Poco después, Ben Counter haría algo similar con los libros de un capítulo de Marines original de su imaginación, los Bebedores de Almas, pero la primera piedra la encontramos aquí. De esta manera, Dan Abnett estaba creando un metaverso dentro de otro metaverso.

Y qué guerra fue la Cruzada por los Mundos de Sabbath. No por nada Dan Abnett se ganó el sobrenombre de "Señor de la Guerra", pues sus obras rechazaban el tono heroico que caracterizaban las batallas que uno podía encontrarse habitualmente. El universo de 40K podía ser un lugar lúgubre, pero siempre había sitio para que las batallas adquiriesen tintes románticos. Tampoco es que los libros carezcan de momentos de heroicidad, pero estos siempre son a costa de hacer pasar a sus personajes por el barro en muchos sentidos. De manera muy poco disimulada, los Fantasmas de Gaunt tiene numerosas escenas reminiscentes del cine de la primera y segunda guerra mundial, en los que el aspecto sobrenatural brilla por su ausencia para tratar de darle a los momentos más intensos una pátina de genuina verosimilitud, en la que los personajes se enfrentan al frío, la falta de munición, las condiciones extremas o enemigos que simple y llanamente están mejor entrenados que ellos. Leyendo a los Fantasmas, uno podía perderse en imágenes que evocaban los campos de batalla de Europa del siglo pasado, gracias a los pequeños detalles descriptivos en los que su autor se perdía. Si un personaje, por ejemplo, estaba a punto de saltar en paracaídas, el lector se encontraba con una descripción de los instrumentos de la cabina, de la sensación de vértigo previa al salto, de la fatiga del metal en las alas del aparato cuando atraviesa las nubes de un mundo letal, del miedo al fuego antiaéreo. Los Fantasmas de Gaunt son una serie de novelas bélicas primero, y de ciencia ficción después, en la que las batallas forman una parte integral. Al tomar el punto de vista de humanos corrientes el lector a menudo se siente tan vulnerable como ellos, inmerso en la claustrofobia de los pozos de tirador, atrapado en los carros de combate, acongojado en la picadora de carne que es el combate en zonas urbanas. Si en Eisenhorn el autor era capaz de desarrollar civilizaciones planetarias con apenas un par de rasgos para darles verosimilitud y así retratar algunas facetas de la vida del ciudadano imperial, aquí su construcción de mundo se centra muchísimo en la manera en que los distintos lugares donde combaten los Fantasmas presentan cada uno sus propios desafios, como un planeta con ciudades en lo alto de montañas que solo pueden ser conquistadas con un lanzamiento de tropas aerotransportadas, un planeta estancado en una guerra de trincheras que ríete tú de las batallas del Somme, otro con vegetación venenosa y así contantemente. Con esto no solo logra aportar un pequeño grano de arena detrás de otro a la hora de tener una idea general de los mundos de Sabbath, es que también logra frescura en la parte que, de otra manera, se sentiría mas repetitiva: los combates. Como la situación de cada escenario es diferente, Abnett abarca todo el abanico de situaciones posibles que se pueden dar en una guerra tal y como nosotros la conocemos, así que nunca aburre.

Sin embargo, aunque encuentro en los Fantasmas de Tanith una caja de Pandora cuyos regalos han sentado las bases de innumerables obras posteriores, no carece de sus flaquezas, que cada año se van  haciendo mas manifiestas con cada nueva lectura, pues a pesar de la autenticidad con que su autor manejaba cada nuevo enfrentamiento, primero y ante todo este es un drama bélico para el que necesita personajes a quienes acompañar. Ya adelanté algunas cosas cuando hablé de Eisenhorn, pero en el caso de los Fantasmas de Tanith, todo lo bueno y todo lo malo de su autor se manifiesta de manera mucho mas exacerbada. La plétora de personajes que nos vamos encontrando son una colección muy variada de arquetipos de novela bélica, con los que su autor crea una dinámica de grupo que ya quisieran otros, pero eso es al mismo tiempo una forma de salvaguardarse del hecho de que ninguno de estos personajes funcionaria por si solo, así como de que a lo largo de la obra, muy pocos pasan por un cambio sustancial en su personalidad. De nuevo, las elipsis a las que Abnett recurre se justifican en el contexto de una guerra y de la vida entre la soldadesca, pero es un caso de contar en lugar de mostrar; disimulado, eso sí, y siendo franco, los resultados ahí están. Los personajes son arquetipos pero es muy difícil no quedarse prendado de ellos y sentir su pérdida dentro del Regimiento. Es mas, un detalle brillante es que a pesar de que el manto de protagonista va cambiando a lo largo de la obra de unos personajes a otros, su autor se preocupó por darle nombre a un montón de integrantes de la unidad, sin importar que sea algo puntual. Pareciera una cosa menor, hasta que uno se da cuenta de que esto refleja que todos los personajes, incluso los que son nombrados de pasada, están atravesando una experiencia conjunta, una guerra, nada menos, y el hecho de conocer los nombres de los subordinados implica una historia de amistad entre ellos aunque no hayamos tenido tiempo de ver la de todos. Esto refuerza la sensación de unidad entre los miembros del Regimiento y hace que cuando un personaje muere, esto duela en el alma, porque no solamente es el lector el que ha perdido a alguien que seguramente le caía bien, es que todos los demás miembros de la unidad van a sentir esa pérdida, en un duelo que compartirán con el lector. Dan Abnett tenia sus limitaciones, en su momento las novelas solo se publicaban en versiones de bolsillo de poco mas de trescientas páginas y abarcar batallas que se extienden durante meses al tiempo que las pequeñas historias de cada soldado con algo de protagonismo es algo muy difícil de conseguir, pero decir que podría haber hecho mas, así sin mas, es ignorar algo que ya he dicho: que los Fantasmas de Tanith son un regimiento que salió de la nada y que ha permanecido en la mente de los fans durante dos décadas, y esto no lo habría conseguido sin personajes que, al menos, fueran decentes. 

Ahora, entre las flaquezas que no logra ocultar con tanta gracia son los cambios repentinos de tono, lo plano de su protagonista, la omnipresente necesidad de un nuevo enfrentamiento, o los Deux Ex Machina, y da rabia, porque algunas de estas cosas chocan de frente con la filosofía con la que parece que se han escrito los libros, ese acercamiento a una visión mas cercana y visceral de la guerra, carente de gloria y glamour. Una parte de mi me dice que no debería molestarme tanto, que son libros de Warhammer después de todo, es mas, de la etapa mas temprana de publicaciones de Black Library, pero si hay algo que a Dan Abnett le sobra es ambición en sus proyectos. Pero al abrazar el drama en su significado mas teatral, al querer ofrecer la epicidad clásica de Warhammer 40.000, se siente como una traición a su propia obra, en la que pareciera que todo ese esfuerzo por mostrar crudeza es solo un telón de fondo que obedece a leyes superiores, y al final, lo que aspira a ser una obra mas madura de Warhammer 40.000 se pierde en un montón de escenas de batalla que se alargan ad infinitum, en un personaje protagonista, el propio Gaunt, que resulta ser intachable e inmaculado, lastrando así el conflicto que podría nacer de su papel como Comisario Imperial; se pierde el miedo a que un personaje muera en cualquier momento cuando, mas temprano que tarde, se entrevé que un personaje relevante solo morirá en el momento adecuado para causar algún golpe de efecto, porque la plot armor es un adhesivo de quita y pon. Pero por encima de todo, la lacra mas recurrente y enervante son los Deus Ex Machina que su autor se saca de la manga. Esto resalta tanto precisamente porque a lo largo de cada libro, los enfrentamientos iniciales e intermedios vienen expuestos con todo lujo de detalle y un cambio hábil de una perspectiva a otra, pero todo ese amor por el detalle se pierde cuando el autor parece que se da cuenta de que ha llegado el límite de páginas de su redacción y tiene que acabar de alguna manera. La falta de extensión de los libros de Warhammer es algo de lo que me quejo a menudo, porque siento que con unas pocas páginas mas se podría dar un cierre perfecto a la mayoría de trabajos, pero en el caso de los Fantasmas, estos a menudo tienen finales del peor tipo. Abruptos, repentinos, carentes de todo lo que los hace tan disfrutables antes de llegar a ese punto. En circunstancias normales esto quedaría ahí, pero es lo que peor ha envejecido de estos libros... y es un problema que cala hondo y termina por dejar a los Fantasmas de Gaunt en una posición delicada ahora que ha pasado el tiempo.

Que los finales sean tan insatisfactorios es una consecuencia directa de un fallo en la planificación de la estructura del texto, y cuando vemos el conjunto, esta estructura se convierte en una pirámide de cartas mojadas. Mas temprano que tarde, las aventuras de Gaunt y los suyos rebelan un ritmo predecible, mas que nada porque el autor parece que tiene la idea de que los lectores perderán el interés si no hay un nuevo encontronazo con soldados del Caos cada treinta páginas, no hay respiro. Y recordemos esto: gran parte del encanto de estos libros son el detalle de las batallas, pero aún con todo, uno no puede evitar preguntarse si no habría sido posible ahorrarnos algunas de estas partes para poder alargar el final e incluso, darle algo de peso a los villanos que se nos presentan, quienes son el punto mas flojo en cuanto  a personajes con diferencia. Que Dan Abnett hace buenas dinámicas de grupo es una realidad tan inescapable como que eso en parte es para ocultar el hecho de que en solitario, sus personajes carecen de propósito, mas allá de rumiar sobre su vida pasada. Los villanos de la saga, por desgracia para ellos, no tienen esa cobertura, por lo que las mas de las veces no llegan ni al nivel de unos jefes finales de pasada a los que Abnett somete a su sistema de creación de personajes, que consiste en darle una particularidad a cada uno, y tratar de pasar el aro con eso. Y vaya si no funciona. La gran diferencia es el Pacto Sangriento, que al ser un ejército entero en lugar de un personaje le permite al autor a desenvolverse con aquello en lo que realmente se siente cómodo, que es haciendo worldbuilding. 

A los Fantasmas de Gaunt les pesan los años mas de lo que a sus fans más dedicados les gustaría admitir, por algo mayor que la suma de sus puntos flacos. Sí, sus personajes no funcionan en solitario, y sí, su ritmo es formulaico y sus finales anticlimáticos, pero con todo y con eso, lo peor de ellos sin duda es que a lo largo de los años, los trabajos que ha ido pariendo Black Library han explorado poco a poco algo mas que las aventuras de personajes aleatorios, famosos o no, del metaverso, y se han atrevido a madurar en sus temas. Esto no es la norma, ojalá lo fuera, pero uno no puede ignorar que existen cosas como Lords of Silence, Helsreach o las novelas de Ahriman, que hace un estudio de personajes mucho mas complejo que cualquier cosa que vemos aquí, porque seamos honestos, los Fantasmas de Gaunt es una saga amplia como el mar pero con la profundidad de un charco, con las batallas en primer plano y cualquier reflexión sobre la guerra y el papel de la Guardia Imperial en ella en segundo plano, una pena, porque pienso que se desaprovecha mucho la historia que se les da a los propios personajes. Para empezar, el protagonista es un comisario que hace las veces de Coronel del Regimiento y apenas en una ocasión recuerdo que su papel como ejecutor de la disciplina militar se aproveche para un momento de genuino conflicto. Aparte, el regimiento proviene de un planeta que fue destruido el mismo día que el propio regimiento se fundó, lo cual, aparte de ser merecedor de un meme de Epic Fail, es algo de lo que apenas se hace una mención.  No se me confunda, el trasfondo del Regimiento es maravilloso, y es lo que les da su nombre: son los Fantasmas de Tanith, lo último que queda con vida de un planeta muerto, pero cuando pienso en el juego que podría dar unos personajes atrapados en una guerra eterna y sin un hogar al que volver, pienso que lo que nos dan se queda muy, muy corto. Hacia la segunda mitad de la saga, en el arco de Los Perdidos, hay algunas muestras de madurez por parte del autor hacia su obra, que se abre a perspectivas mas escabrosas por la manera en la que hace pasar penurias a sus personajes y también hay arcos de personaje mas extensos, pero la marca de identidad de su  trabajo permanece para lo bueno y para lo malo.



A pesar de todo, estos libros gustan y entiendo perfectamente el por qué. En aquello que destacan, en el worldbuilding, su autor sabe jugar bien sus cartas, lo cual puso el listón muy alto. Prácticamente todos los autores que han escrito algo de la Guardia Imperial le deben algo a esta saga y los autores que posteriormente han creado su propio capítulo, o su propio regimiento, también es muy probable que le deban al trabajo de Abnett una parte de su inspiración. Incluso sin compartir el amor que sus fans sienten por ella, puedo comprender sus virtudes y apreciar su larga sombra. No muchas series pueden decir lo mismo.

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