Cuando una empresa trata de vender un producto, y por lo general este falla, no es raro que nos llevemos las manos a la cabeza en disgustada pose pensando que la susodicha no entiende al público que apela, cuando la realidad es muy distinta. A veces simplemente no era un producto destinado a su audiencia tradicional o, aunque una parte del fandom no quiera darse cuenta, han dejado de ser el sector mas provechoso y sencillamente ya no entran dentro de las gráficas. Esto per sé no es malo, quiero decir, son empresas, no tus amigos.
En los últimos años Warhammer 40.000 ha despegado en popularidad, y cada vez despierta mas y mas interés. Las animaciones en Youtube creadas por fans son de una calidad sobresaliente, no hay mas que ver la animación Astartes, cuyo capítulo final salió a fecha muy reciente con respecto a esta publicación, o la película Helsreach creada por Richard Boylan, lo que le dio un puesto dentro de Games Workshop e impulsó la creación de su propia división de animaciones. En otros medios, no hace mucho que Marvel firmó un contrato con Games Workshop para poder usar algunas de sus licencias y en el ámbito de los videojuegos, Warhammer Fantasy se dio a conocer a un nuevo público cuando Creative Assemby, estudio responsable de la saga Total War, adaptó el juego de mesa a un nuevo medio a una escala nunca vista. Poco a poco es una licencia se está dando a conocer por la confluencia del boca a boca de los trabajos fanmade, la proliferación en distintos medios y una paulatina decadencia de otras franquicias de ciencia ficción que no mencionaré pero que creo que todos sabemos cuales son. Esto podría sonar muy bien, todo lo que atraiga a más gente al hobby es bienvenido, pero al mismo tiempo hay quien no termina de gustarle la idea de que Warhammer se convierta en algo mainstream y puedo ver por qué.
Warhammer 40.000 es violento, pero violento sin ningún tipo de disculpa. No solo es una distopia en la que la guerra es el elemento que coagula un sangrante Imperio humano, es que en todos los aspectos, es un universo que se regodea en lo peor de nosotros mismos. El fanatismo religioso, la opresión, la desesperación, el estancamiento ideológico y tecnológico, la deshumanización, y la mera noción de que nuestros deseos y ansias mas oscuras dan lugar a encarnaciones corporales en una dimensión que podríamos definir en una palabra como el mismísimo Infierno, hacen de esta una de las ficciones mas crueles jamás concebidas, por lo que es lo último que, digamos, un estudio de cine querría adaptar a día de hoy. Sin entrar en debates sobre política, es un hecho que vivimos en unos tiempos en los que ideas como la violencia explícita en los medios o la exposición de ideas supremacistas se descontextualiza y denuncia independientemente de si la obra trata de avalar tales comportamientos o es una mera construcción ficticia (poco hemos aprendido de aquellos curas escandalizados que señalaron DOOM y el Heavy Metal). Las empresas, desde estudios de cine a fabricantes de cuchillas de afeitar lo saben y tratan de apelar a ese público excesivamente polarizado en su idea socio-política. No porque las empresas crean en esos mismos ideales, sino porque el capitalismo funciona así, donde ven un mercado, intentan aprovecharse, cosa totalmente legítima. Por eso, con el anuncio de este libro, no pocos adeptos a este universo pusieron el grito en el cielo como si se hubiera abierto el primer sello, como si Games Workshop hubiera iniciado un lento pero paulatino descenso que lo llevaría al sacrificio del carácter brutal de este universo. Existen voceras en Estados Unidos (y en España también), gente desnortada, que han leído en clave literal este universo y no se lo han pensado a la hora de demonizar esta franquicia, asociandole los peores pecados del siglo XXI, que si fascismo, que si machismo y claro, nadie quiere que su franquicia esté asociada al nazismo, ¿verdad?
Para todos aquellos que se veían la llegada del Anticristo con este libro de menos de 100 páginas, les tengo que decir que tanta pataleta no ha merecido la pena. Attack of the Necron al final ha resultado ser un trabajo competente, un producto que satisface el propósito para el que fue concebido. En él, da comienzo la aventura de tres chavales, Zelia, la hija de una arqueóloga, Mikka, un chaval del Mechanicus y Talen, un pandillero que ha huido de casa para escapar del reclutamiento; el trío tiene la mala suerte de estar en un planeta que otrora fue una tumba necrona y les toca vivir el aciago momento en el que a estos les suena el despertador, con todo lo que ello implica. Inmediatamente se ven envueltos en una desesperada huida en la que fuerzas mucho mayores que ellos combaten entre sí. La trama ese elemental, los personajes son sencillos pero están bien definidos y en lo que respecta al tratamiento del trasfondo y al carácter maligno de este siniestro futuro, seguramente a más de uno le agradará leer que Cavan Scott no se ha tocado el corazón a la hora de hacer a sus protagonistas testigos del horrible e injusto destino que les depara a muchos de los que viven en este universo, sin la necesidad de recrearse en descripciones grotescas. Así que ¿sabéis que? Está muy bien. Es un libro cuco destinado a padres y madres para compartir un hobby con los nanos y de paso, igual hasta aprender un poco de inglés. No se llevará ningún premio de literatura, y mis quejas serían que sus personajes protagonistas, aunque bien caracterizados, son pasivos en buena parte de la obra (aunque claro, es la primera de una trilogía) y que todos los eventos ocurren demasiado deprisa para causar un efecto de choque que mantenga la atención de los críos. La escritura es cursi, no por las descripciones ni los diálogos, sino por el ritmo y la necesidad de ser efectista del autor, pero esto es algo que podría aplicar a cosas que ha escrito Dan Abnett.
Así pues, este libro no es para nada un pecado contra el Emperador, no es el fin de Warhammer 40.000, no es mas que lo que pretende ser: merchandaising. A quien tenga chavales, muy pequeños eso sí, y quiera leerles algo en inglés, se lo puedo recomendar sin ningún tipo de problema. Con quien sí tengo problema es contigo. Sí, contigo, el que está leyendo esto, el que se llevó las manos a la cabeza por un libro para críos, el machote que se leyó los Fantasmas de Tanith con trece años, o los que fueran, y pensó que este libro era una enfermedad y que no hacía ninguna falta, tengo algo que decirte: la inmensa mayoría de libros de Warhammer, que tan adultos crees que son, que tan maduros te resultan, que tanto alabas, no son adultos. Por ser, a veces ni siquiera son obras nacidas de la creatividad de su autor, sino trabajos comisionados siguiendo unas pautas que pone la empresa, pero por encima de todo, ni es adulto ni es maduro. Una lectura adulta es la que te trata de adulto, no la que te planta la muerte de millones de personas y tiroteos para causar un golpe de efecto; una novela madura es la que trata temas complejos con perspectiva ambigua y te plantea dudas, no la que está construida en torno a batallas artificiales que sirven al único propósito de expandir un contexto para muñecos de plástico, porque eso es lo que Black Library es en realidad. Nada mas que una forma algo mas refinada de todas esas series de televisión cuya razón de ser era que te gastases el dinero de tus padres en figuras de acción o juegos de Pokemon para la Game Boy. ¿Y sabes qué? Está genial tener toda esa ficción para recrearse en nuestras batallas en mesa. Lo que realmente no necesitamos es un fanboy que patalea por un libro para criaturas, mientras que muchísimas de las cosas que se publican en Black Library son insustanciales, superficiales y hasta aburridas.
Un saludo, y hagáis lo que hagáis hoy, intentad buscar un momento para hacer algo divertido. Un abrazo!
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