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lunes, 17 de agosto de 2020

Reseña de Plague Wars de Guy Haley

Si bien Dark Imperium encarnaba la faceta corporativista de Black Library (mas que de costumbre), Plague Wars resulta una secuela que se libera de esas cadenas y desde el comienzo se siente como algo en lo que el autor tiene mas espacio para crear. Digo esto porque antes de comenzarlo, releí Dark Imperim y casi me da un chungo al ver el patrocinio descarado que hacía de los modelos mas modernos que salían al mercado, incluyendo las buenas batallas que son puro artificio para sacar a relucir a los Primaris. La secuela, por suerte, se siente como una novela de 40K de verdad, pero esto no ha venido sin sus problemas. Aquí he podido tomar contacto de verdad con Guy Haley y no todo lo que me he encontrado me ha gustado. Plague War encapsula las mayores virtudes pero también, diría, los mayores defectos de la literatura warhammera.

Por partes, vamos a lo mas elemental. Plague Wars va a la fuente de lo que Warhammer 40.000  es: un universo en guerra. Hay una paralelismo que me resulta ideal para este libro y ese es Choque de Reyes, porque ambos libros ponen un gran énfasis en construir una batalla final. En este caso entiéndase "final" por "el último tercio de todo el libro", pero lo que realmente importa es que aquí no hay un conflicto esporádico que dura un par de capítulos y luego cae en el olvido. Aquí somos testigos de la planificación que ambos bandos hacen, y cuando llega el momento, hay que reconocer que es un embate bien narrado. La batalla de turno pasa por muchos giros y tiene un ritmo cambiante, por lo que no es aburrida de leer, y a pesar de que ocurren muchas cosas a la vez y la escala es apocalíptica, el autor sabe no abrumar con demasiada información, simplemente cambia al punto de vista que necesita para que tengas una idea general del encuentro y con eso basta.

Esto es Warhammer 40.000 en su máximo exponente. Haley tiene una prosa simple, pero el léxico le sobra para ser espectacular sin llegar a ser repetitivo y algo que maneja con muy buena mano es la tensión previa a un enfrentamiento, ya sea entre pequeños grupos de soldados o super máquinas de guerra. Este gran enfrentamiento captura el espíritu titánico de las batallas de la Herejía de Horus y tiene a guiños a Epic 40.000 sin olvidarse de construir un ambiente siniestro para crear un infierno viviente. Ahora ¿os habéis fijado que no digo ni dónde se lucha ni quien está combatiendo, mas allá de los Primarcas? Pues eso es porque podrías cambiar la localización y los bandos y daría exactamente igual.

Esto por desgracia también es Warhammer 40.000 en su máximo exponente, o mas bien, su mas bajo exponente, que todo lo que no sea ese reparto de bombazos cae en segundo, tercer y décimo plano, y esto lo pasaría si estuviésemos hablando de una lectura rápida, de una novela de bolsillo de cien páginas, pero Plague War es la secuela a Dark Imperium, y todo lo que era verdaderamente relevante en esa obra, aquí brilla por su ausencia, y si habéis leído el libro (o mi reseña de Dark Imperium) sabéis perfectamente de qué hablo. Cuando uno termina Dark Imperium, no comenta las batallas, no habla de las escenas de acción intercambiables, porque esa es la parte menos interesante. De lo que se habla es del rifirrafe entre Typhus y Mortarion, de cómo se construyó una relación entre los Primaris durante la Cruzada Indomitus y cómo ahora deben buscar su lugar entre los Capítulos de primogénitos, y sobre todo, se comenta el personaje de Guilliman, su visión del oscuro futuro en el que ha despertado y su desesperada lucha por recuperar el sueño de ilustración y conocimiento que el Emperador tenia para su raza al mismo tiempo que lidia con los sentimientos de abandono por parte de progenitor. A NADIE le importan esas batallas por muy bien escritas que estén, comparados con los conflictos, los dilemas, que atraviesan unos personajes con los que podemos conectar. Y eso es exactamente lo que nos falta en este libro, esa diatriba personal que de verdad nos enganche. Bueno, miento, ese dilema surge...en el último capítulo del libro, con la mayor revelación que este tiene que ofrecer. Y duele, porque el libro abre con un rifirrafe verbal entre un sacerdote y una comerciante independiente sobre la fe imperial, que era uno de los puntos cardinales del protagonista de Dark Imperium, pero después de eso hay un mar de absoluta nada.

De entre todas las oportunidades que se desaprovechan, hay tres que me fastidian especialmente. La primera y mas elemental es Guilliman, que aquí solo hace acto de aparición de forma espontánea y no tenemos ni un ápice de desarrollo, ninguna reflexión interesante sobre su visión del Imperio y del Emperador hasta, de nuevo, el final del libro, que nos deja con un cliffhanger enorme. Ahora que escribo, además, me doy cuenta de que toda esa gran batalla se resuelve sin una sola mención de sus consecuencias, tanto inmediatas como en el gran esquema de las Guerras de la Plaga, y que estaba todo el rato centrada en personajes de usar y tirar o en protagonistas con plot armor, y eso solo hace que me dé cuenta aún mas de lo vacía que es, detrás de todo ese espectáculo. Cómo el final del libro puede girar entorno a una cuestión tangente a todo aquello que el autor ha estado construyendo, y de la que ha pasado olímpicamente a pesar de tener el libro anterior sembrando cosas para darle coba a ese tema, no me lo explico.


Lo segundo es la cuestión de los Primaris. Admito que el personaje del Capitán Félix, en Dark Imperium, servía principalmente para que los Primaris se lucieran, pero junto a eso había las bases para hablar sobre sus dificultades a la hora de integrarse en los Capítulos, o desarrollar todo un arco en el que va estableciendo lazos en una hermandad desconfiada y celosa. Bueno pues aquí Félix es un extra, y en su lugar, Haley se saca otro personaje que en esencia, tiene el mismo conflicto, y sirve a un propósito igualmente artificial. El susodicho es un sargento Primaris de los Novamarines que empieza muy bien, hablándonos de cómo se siente en un capítulo que no conoce, tratando de asimilar su historia y su cultura, pero todo esto se olvida a media novela cuando asume su verdadero papel en la obra, y es que el autor necesitaba un punto de vista en una estación espacial para la batalla en cuestión y ya está. Me juego un brazo y no lo pierdo a que de este personaje se olvida.

Y para finalizar, si la Guardia de la Muerte y los demonios de Nurgle me parecían superficiales en Dark Imperium, aquí parece que el autor haga un esfuerzo en que los deteste. Porque son idiotas perdidos. En algún momento que otro parece que tengan un plan, pero por la forma en que termina el libro, me parece que el autor marea mucho la perdiz con ellos para hacerlos parecer mas inteligentes de lo que realmente necesita que sean, porque al final son sacos de boxeo con la mentalidad de un villano de los Power Ranger. Dejando de lado inconsistencias con la manera de funcionar de la Disformidad, (en el anterior libro bastaban unos pocos infectados para invocar una macro legión de demonios, y aquí hacen falta cientos de cultistas para traer esa misma cantidad de demonios a otro planeta) lo que no me puedo creer es que se recurra al tropo del "discurso del villano que le hace perder el tiempo". Eso es patetismo. 

Sinceramente, Plague War es una obra perfecta para que cualquier persona a la que le llame la atención este universo pierda el interés de forma inmediata, porque no hay nada a lo que aferrarse. Es una obra carente, cuyo único reclamo es la trama, pero esta en realidad es una cuestión nimia comparado con cuestiones mucho mas trascendentales que el autor viene arrastrando del libro anterior y que aquí no muestra porque patata. Por descontado que hay libros mucho peores, pero pienso que Plague Wars encarna la peor parte de la lliteratura de Warhammer 40.000 porque es de la que esta, en conjunto, se siente mas orgullosa, la de lanzar batallitas insustanciales esperando que eso baste para llamar la atención.

viernes, 14 de agosto de 2020

Reseña de Helsreach de Aaron Demski Bowden

Cuando uno se para a pensarlo, lo cierto es que pocas obras llegan realmente a destacar en la literatura de Warhammer 40.000, pero esto no es un misterio. Black Library ha pasado de una editorial para relatos cortos en la revista Inferno a una máquina de hacer literatura en masa, con una legión de autores que han expandido las historias de personajes y eventos a la cuarta potencia. Es normal que, al haber semejante cantidad de publicaciones, solo un número relativamente pequeño de series sobreviva al paso de los años. Helsreach es una de esas obras, y una que me tenia algo dubitativo. Que yo sepa, este es el segundo trabajo de Aaron Dembski Bowden, y el segundo libro de la serie Space Marine Battles, que solo por el nombre, mas de uno puede hacerse a la idea de qué va a encontrarse aquí: puro porno de bólter.

La cosa es que Helsreach a sobrevivido al paso del tiempo dentro de la comunidad como una obra referencial, algo que es particularmente bueno. Todavía no he leído el resto de trabajos de Aaron, pero sí sé lo que se comenta de él, su trabajo con los Amos de la Noche y Horus y mas recientemente, con el capítulos de las Lanzas del Emperador. Mirad, tengo cierta mania con los personajes de Marines Espaciales en la literatura. Puede ser que el problema sea que aquí en España se publicaron las novelas de Uriel Ventris y la serie de Space Marine Battles, por lo que he estado rodeado de malos ejemplos de marines siendo poco mas que fantasías de poder en libros que son mucho espectáculo y nula sustancia, y si a eso añadimos que se tradujeron los trabajos de C.S.Goto, pues mas leña al fuego. La cosa es que no espero gran cosa de un libro de marines, concretamente leales, porque es demasiado fácil encontrarse con libros de usar y tirar.

Por lo tanto, comencé esta lectura con una pregunta ¿Qué la hace destacar? Y mi pregunta ha sido respondida.



En el momento en que fue publicada, allá por 2010, Helsreach era una obra aparentemente del montón, pero esto no podría ser mas engañoso. Tampoco voy a decir que sea la máxima deconstrucción de los Marines Espaciales, pero cuando uno lo compara con lo que se había publicado anteriormente sobre los marines, se da cuenta de que el enfoque es distinto. Por aquel entonces solo teníamos los libros de los Bebedores de Almas de Ben Counter, los Lobos Espaciales de William King, los Ángeles Sangrientos de James Swallow y poquito mas, todas ellas historias cuyo eje está entre los marines y el enemigo al que enfrentan, en la batalla de turno. Lo que hace Aaron Demski Bowden resalta, pues, porque la batalla y que da título a la obra no es el eje central de la trama, sino un elemento contextual, el espacio para que se dé la verdadera sal de este trabajo: la construcción y desarrollo de personajes, en cuyo centro tenemos al protagonista, Grimaldus..

Grimaldus es lo mejor del libro, pero no por las razones que un lector promedio, especialmente un fan de los marines podría esperar, por un motivo sencillo: es un cabrón. No me refiero a que sea un poco canalla, no, me refiero a que el protagonista del libro es un bastardo, un desgraciado y alguien que me gustaria tener lo mas lejos posible, pero precisamente eso es lo que le da riqueza al libro. En Helsreach se nos relata cómo, nada mas ser ascendido a Reclusiarca, un primus inter pares de la jerarquía de los Templarios Negros, Grimaldus es enviado a la ciudad de Helsreach con un destacamento de Hermanos de Batalla para defenderla del asalto de los orkos durante la Tercera Guerra de Armageddon ¿Y cómo se lo toma el protagonista? ¿Como un honor? Nada mas lejos, lamenta ser destinado a una ciudad en la que va a morir sin ser recordado y sin dejar un legado tan notable como el de su mentor. Esta obsesión no es solo la que lo define, sino el punto a partir del cual se explora la visión de un Marine Espacial desde fuera y desde dentro de su hermandad, que es, pienso, el verdadero objetivo del autor.


Veréis, Grimaldus no es un líder de los marines al uso. Es un Capellán, alguien cuyo deber es mantener alta la moral de las tropas e inflamar el espíritu combativo de la Guarda Imperial en la ciudad y cuando lo ves a través de los ojos de personas normales, por lo general la Guardia Imperial, puedes sentir cómo esa gente está en absoluto vilo. La admiración, devoción y a veces pavor, que sienten por los marines es total, aunque todo hay que decirlo, esta visión va cambiando a lo largo de la obra. A medida que avanza el asedio de Helsreach, Grimaldus se va volviendo mas taciturno y hostil. El autor incluso menciona en repetidas ocasiones cómo se encuentra su armadura y su estandarte como un reflejo del desgaste que está sufriendo en su interior y aunque la presencia de Grimaldus se impone allá donde va, hacia el final del libro ha perdido su aura de misticismo entre quienes le rodean.

Pero todo esto contrasta cuando Grimaldus está entre los suyos. Acompañando al Reclusiarca se encuentra su escuadra de mando, todos ellos con una personalidad marcadísima y casi estereotípica, por con la que creo que Aaron pretende burlarse de estos estereotipos. Por ejemplo, Priamus es el mas guerrillero de todos y el más ansioso por ir a la batalla, y termina quedando en ridículo delante de los demás. Nerovar es un apotecario, y como suele ser el estereotipo de médico, algo mas tímido, mas sensible, pero que al final resulta ser el que tiene mas valor. Esto son solo dos ejemplos, pero lo cierto es que de todos los miembros de la escuadra siguen ese patrón y, sobre todo, actúan como balanza moral del protagonista. No exagero cuando digo que Grimaldus, lejos de ser un personaje modélico, se comporta como el mayor de los gilipollas, hasta el punto de que es casi memético. El tío es egoísta, matón, embustero, manipulador, y ante todo, un absoluto hipócrita. Desde el comienzo, Helsreach deja claro que este es un personaje acomplejado por la sombra que le hace su predecesor, y la certeza de morir en un lugar anodino le amarga la existencia, todo esto mientras se marca un pisto detrás de otro para quedar bien delante de las tropas. Esto no es algo que el autor deje pasar y la novela llega a un punto en el que,a través de los personajes secundarios, especialmente los más cercanos al protagonista, critica su actitud en uno de los mejores puntos de giro que he visto en una obra de 40K. Aaron Dembski Bowden crea, con Grimaldus, una visión mas compleja (y completa) de los marines espaciales, mas humana y falible, sin tener que recurrir a monerías de corrupción del Caos ni cosas así, sino simplemente a través de los defectos personales y la presión de una persona con una gran responsabilidad y no menos ambición.

Cuando te hacen una adaptación fan made en Youtube, algo bueno habrás escrito.

Por desgracia para la obra, esta forma de centrarse en el arco personal del protagonista hace que otros personajes se sientan carentes de arco. El libro cambia varias veces de punto de vista para ofrecernos una visión mas amplia de qué está pasando en la ciudad, cómo cada vez la situación es más desesperada y en lo que se refiere a la construcción de personajes, hay por ahí alguno que está muy desaprovechado porque no es independiente, no tiene una historia propia sino que gira entorno a su relación con el protagonista y el autor tiene la mala mania de abrir conflictos para cerrarlos demasiado deprisa como para crear un impacto, siendo el mas notorio el personaje de Invigilata, que tiene un roce con Grimaldus en momentos puntuales pero queda en eso. Otros ejemplos son Cyrya Tyro, los Salamandras y la totalidad del mando de la Guardia Imperial. De los pocos personajes que se salvan de esto están Andrej, que parece un alivio cómico pero encapsula a la perfección el humor negro y cinismo de un veterano de la Guardia Imperial. La Priora Sindal, de las Hermanas de Batalla también es un personaje que podría haber dado mucho de sí, pero no aparece sino hasta el final del libro y de nuevo, para ofrecer un punto de vista casi despreciativo de los marines. 

A este libro le vendrían muy bien otras cincuenta o setenta páginas que desarrollasen a estos personajes, porque a pesar de que todo transcurre en una batalla de muchos días de duración, la verdad es que muy poco tiempo lo pasamos viendo a los personajes repartirse estopa entre sí. A ver, que se me entienda, por descontado que hay momentos de tensión, pero la acción entre los personajes ocupa apenas una página, entre muchas otras de reflexión, introspección y conversación. Este no es un libro de porno de bólter al uso y su autor tenia muy claro que lo que quería era ofrecer una historia centrada en sus personajes, cosa que consigue, sin olvidarse de todo lo que ocurre a su alrededor. Lo cierto es que esta es una obra mucho mas derrotista que lo común, en la que apenas hay momentos álgidos en los que parezca que va a haber una conclusión satisfactoria para los personajes. Y vaya si eso no logra otorgarle una atmósfera que le sienta como anillo al dedo.

En resumen, puedo ver por qué Helsreach se encuentra tan elevado y desde luego, como debut es una maravilla. su autor entiende que da igual el espectáculo si los personajes son peores que detestables, si son aburridos y ser capaz de meterle tanta personalidad a un estereotipo andante como lo han sido durante mucho tiempo los marines espaciales es todo un logro. Me ha dejado con ganas de mas, así que es bastante probable que los Amos de la Noche y los Lanzas del Emperador pasen a formar parte de mis recomendaciones en un futuro.

Un saludo!

jueves, 13 de agosto de 2020

Análisis del Trasfondo del Reglamento de 9ª Ed.

Y ya llegó el manual de Novena Edición! Aquí está la línea de meta a la que querían llegar con el Despertar Psíquico y el sabor de boca que me ha dejado es bueno por lo que promete, aunque en otros aspectos me parece que no han sabido acertar del todo.

Esta no va a ser una entrada muy larga, en ella solo quiero dar unos pocos apuntes sobre qué me ha parecido el trasfondo expuesto en este reglamento, cómo recoge lo sembrado en Octava Edición y tratar de entender cual es la manera de tratar el trasfondo a la que apunta Games Workshop en los próximos años. De paso, quiero añadir los hilos que tienen para tirar y que podrían ser interesantes a una persona que encuentre este blog en años venideros. Aunque sea un poco sota-caballo-rey, voy a estructurarlo en "lo que me ha gustado y lo que no", para hacerlo fácil de leer. 

QUÉ NO ME HA CONVENCIDO

Vamos a empezar por lo que no me ha gustado tanto: la presentación de las facciones de Warhammer 40.000 y la forma en la que estructura la información del Imperio:

A la hora de mostrar el repertorio de ejércitos de 40K, este reglamento es bastante equitativo. Por increíble que parezca, los Marines Espaciales no son unos chupacámaras de cuidado, pero ahí termina todo lo que me gusta de la manera que han elegido hacer esta presentación. En sí, todas las facciones mantienen su identidad con respecto a la anterior edición, mi problema es con la manera en la que se ha estructurado la información. La anterior Edición no era muy explícita con la información, todo lo contrario, era parca en detalles y apenas había texto, pero lo compensaba aportando una representación visual de todas las facciones que decían mucho mas de cómo es cada una que dos páginas de texto. Además, mediante recuadros y esquemas abarcaba algunos detalles de la organización de las fuerzas mas complejas, por ejemplo, mostrando los diferentes cuerpos del Mecanicus o Regimientos y Fuerzas Auxiliares de la Guardia Imperial. Aquí solo hay texto, texto y más texto, pero tampoco se está contando muchos detalles. La información es superficial, demasiado parecidas a una introducción de Codex, muy enfocadas en qué hace cada facción en lugar de cómo son, y en mi opinión resulta mucho menos atractivo que la manera en que estaba hecho el anterior reglamento. 

La información del Imperio es directamente irregular y muy escueta comparada con el anterior reglamento. En Octava, el apartado del reglamento que hablaba del trasfondo antes de mostrar los ejércitos se denominaba "Dark Milenium", que se centraba sobretodo en cómo era el Imperio, cual era su Historia, y cuales eran los elementos más importantes de su estructura o de la galaxia en la que se encontraba, es decir, la Disformidad, los Navegantes, los Astrópatas, el regreso de Guilliman, las Cruzadas Macharianas, entre otras cosas. Era muy completo y sobretodo, profundo, con un listado exhaustivo de todas sus instituciones y tipos de planeta dentro del Imperium, pero aquí...aquí hacen una cosa rarísima. El Trasfondo ahora está dividido en "Imperio Oscuro" y "La Saga Imperialis", que son respectivamente el "cómo es el Imperium" y luego su Historia, pero para empezar, tiene los mismo problemas que la presentación de facciones. La mención de tipos de planetas o algunas instituciones ha desaparecido y toda la parte de la Historia del Imperio prefiere tirar de columnas de texto en lugar de una clásica línea temporal, algo que no me explico, porque a lo único que contribuye es a hacer que grandes eventos pasen como si fueran notas a pie de página. La forma en la que estaba todo expuesto en Octava invitaba a buscar mas información para sumergirse en esta atmósfera, inundar todo de texto en columnas es la forma mas aburrida posible de hacer las cosas.

Todo esto sin mencionar que el comienzo del trasfondo tiene la información ordenada de la manera mas torpe posible. En lugar de empezar por una idea general del Imperio, ir luego por sus macro estructuras, abrirse luego a las fuerzas de la galaxia y de ahí entrar, mas tarde, en lugares concretos del mismo, aquí te hablan de la división territorial entre el Imperium Sanctus y el Imperium Nihilus antes incluso de mencionar al Emperador, y para colmo dedican un par de páginas de información redundantes a hablar sobre los Marines Espaciales y las Hermanas de batalla muchísimo antes de la parte de las facciones porque, imagino, fueron las facciones que protagonizaron el trailer cinemático de Novena Edición. Toda esa parte me parece un despropósito, y es el comienzo.

QUÉ ME PARECE CHACHI

Pero bueno, ahora que nos hemos quitado la sal de encima, podemos hablar de lo bueno:

Este reglamento tiene muy claro el tono con el que quiere presentar el siniestro futuro del cuadragésimo primer milenio, y es puro grimdark. El manual de Novena presenta un ambiente derrotista, mas incluso que de costumbre, al girar más incluso que el anterior reglamento en que la situación del Imperio después de la caída de Cadia es próxima a la aniquilación total, y aunque explicita bastante que es perfectametne posible que la mayoria de ciudadanos del Imperio jamás vean las amenazas que existen mas allá de su planeta, o un Marine Espacial, no se olvida de recordarnos que el día a día del ciudadano medio imperial es de miseria vivida de sol a sol. Además, recuperan la buena costumbre de poner pequeñas narraciones y parece que ha habido un esfuerzo consciente por hacerlas lo mas oscuro que podían. Mención aparte merece el apartado visual, que aunque cae fuera de mis competencias, se nota mucho la mano del mismo ilustrador que trabajó en el arte del Codex de Adeptas Sororitas. Es una lástima no saber su nombre, pero baste decir que su trabajo es impecable a la hora de mostrar imágenes de puro horror.

Pero lo mejor sin duda es que hay una muy buena solución de continuidad, con nuevas Zonas de Guerra sobre las que construir una narrativa interesante. El reglamento de Novena tiene muy en cuenta los eventos que han ido ocurriendo desde el final de Séptima. Por supuesto que la narrativa de la Octava Edición estaba muy enfocada también en las amenazas que emergían de la Gran Fisura y el Caos recibía mucha atención, pero este reglamento logra diversificar esas amenazas sin olvidarse de las establecidas a lo largo de los suplementos de Octava Edición. Vigilus, el Nexo Pariah, Baal y otras zonas de guerra siguen siendo relevantes, mientras que otras reciben una relevancia que antes no tenían. Armaggeddon recibe mas atención, así como una zona de guerra de nombre Laevenir, en la que una gran fuerza Aeldari se enfrente a la Flota Enjambre Ouroboros. Incluso el mapa ha cambiado, indicando entre otras cosas, la Quinta Esfera de Expansión Tau. Para mi, esta es la parte mas importante del trasfondo, que hayan mantenido esas líneas argumentales, porque es a partir de estas que podemos esperar un avance en el trasfondo.

¿DÓNDE VAMOS?

La pregunta mas interesante es la que sigue ¿qué dirección va a tomar ahora el trasfondo? Bueno, la respuesta no es tan simple, y exige ponernos un momento en contexto. El trasfondo de Warhammer 40.000 siempre ha seguido dos líneas relacionadas pero independientes la una de la otra, siendo la principal la de los reglamentos y códices, que definen el trasfondo, y por otro lado, las publicaciones de Black Libary, que le dan sabor. Desde Octava Edición, sin embargo, esto no es exactamente así. Games Workshop le encargó a Guy Haley las novelas de Dark Imperium para hacer de piedra angular para el trasfondo, lo que marcó el inicio de una nueva relación entre la división que escribe los reglamentos, códices y suplementos (Warhammer Studio) y los autores de Black Library. De cara a la Novena Edición se anunció el inicio de la serie de novelas Dawn of Fire, de la que uno de sus principales autores, Guy Haley, habló en esta interesantísima entrevista, una serie de novelas que tiene como eje central narrar la Cruzada Indomitus, que es la mayor empresa militar del Imperium y el punto cronológico en el que se ubica esta Novena Edición. Eso lleva a una pregunta obvia:

"Pero las novelas de Dark Imperium narran el final de la Cruzada Indomitus, ¿eso quiere decir que hemos retrocedido en el trasfondo?"

Si, pero eso no lo veo mal.

Mirad, desde mi punto de vista, Games Workshop tiene ahora una oportunidad dorada para explorar los conflictos e historias que surgen durante este primer siglo tras la Caída de Cadia, cosas de las que se se puede sacar mucho jugo. Es verdad que al colocar los suplementos de Vigilus, el Despertar Psíquico antes de las Guerras de la Plaga, amén del retorno del Rey Silente, esas novelas quedan en una posición algo comprometida. Siguen siendo canónicas, por lo que a mi parecer, marcan el punto mas avanzado de la cronología, un ancla de la que partir en el momento en que decidan volver a avanzar el trasfondo. Pareciera que estamos de nuevo en la situación de las Ediciones anteriores a la Octava, en un estancamiento, pero no es así. Antes, cualquier novedad reescribía el contexto de 40K para acomodarse diciendo que "siempre había estado ahí", mientras que ahora, lo que emerja de esta tormenta de verdad resulta una novedad para el trasfondo. Y anda que no hay cosas que pueden salir! 

El retorno del Primarca Fulgrim, los Squats, el Rey Silente, la guerra por Armaggedon, la lucha de los eldar por evitar que los tiránidos asimilen una raza alienígena con poderes temporales (zona de guerra de Laevenir) todo esto y más es posible, no solo en mesa, sino con una importancia crucial en las novelas. Incluso podríamos tener una novelización de Vigilus y de los suplementos del Despertar Psíquico.