Si bien Dark Imperium encarnaba la faceta corporativista de Black Library (mas que de costumbre), Plague Wars resulta una secuela que se libera de esas cadenas y desde el comienzo se siente como algo en lo que el autor tiene mas espacio para crear. Digo esto porque antes de comenzarlo, releí Dark Imperim y casi me da un chungo al ver el patrocinio descarado que hacía de los modelos mas modernos que salían al mercado, incluyendo las buenas batallas que son puro artificio para sacar a relucir a los Primaris. La secuela, por suerte, se siente como una novela de 40K de verdad, pero esto no ha venido sin sus problemas. Aquí he podido tomar contacto de verdad con Guy Haley y no todo lo que me he encontrado me ha gustado. Plague War encapsula las mayores virtudes pero también, diría, los mayores defectos de la literatura warhammera.
Por partes, vamos a lo mas elemental. Plague Wars va a la fuente de lo que Warhammer 40.000 es: un universo en guerra. Hay una paralelismo que me resulta ideal para este libro y ese es Choque de Reyes, porque ambos libros ponen un gran énfasis en construir una batalla final. En este caso entiéndase "final" por "el último tercio de todo el libro", pero lo que realmente importa es que aquí no hay un conflicto esporádico que dura un par de capítulos y luego cae en el olvido. Aquí somos testigos de la planificación que ambos bandos hacen, y cuando llega el momento, hay que reconocer que es un embate bien narrado. La batalla de turno pasa por muchos giros y tiene un ritmo cambiante, por lo que no es aburrida de leer, y a pesar de que ocurren muchas cosas a la vez y la escala es apocalíptica, el autor sabe no abrumar con demasiada información, simplemente cambia al punto de vista que necesita para que tengas una idea general del encuentro y con eso basta.
Esto es Warhammer 40.000 en su máximo exponente. Haley tiene una prosa simple, pero el léxico le sobra para ser espectacular sin llegar a ser repetitivo y algo que maneja con muy buena mano es la tensión previa a un enfrentamiento, ya sea entre pequeños grupos de soldados o super máquinas de guerra. Este gran enfrentamiento captura el espíritu titánico de las batallas de la Herejía de Horus y tiene a guiños a Epic 40.000 sin olvidarse de construir un ambiente siniestro para crear un infierno viviente. Ahora ¿os habéis fijado que no digo ni dónde se lucha ni quien está combatiendo, mas allá de los Primarcas? Pues eso es porque podrías cambiar la localización y los bandos y daría exactamente igual.
Esto por desgracia también es Warhammer 40.000 en su máximo exponente, o mas bien, su mas bajo exponente, que todo lo que no sea ese reparto de bombazos cae en segundo, tercer y décimo plano, y esto lo pasaría si estuviésemos hablando de una lectura rápida, de una novela de bolsillo de cien páginas, pero Plague War es la secuela a Dark Imperium, y todo lo que era verdaderamente relevante en esa obra, aquí brilla por su ausencia, y si habéis leído el libro (o mi reseña de Dark Imperium) sabéis perfectamente de qué hablo. Cuando uno termina Dark Imperium, no comenta las batallas, no habla de las escenas de acción intercambiables, porque esa es la parte menos interesante. De lo que se habla es del rifirrafe entre Typhus y Mortarion, de cómo se construyó una relación entre los Primaris durante la Cruzada Indomitus y cómo ahora deben buscar su lugar entre los Capítulos de primogénitos, y sobre todo, se comenta el personaje de Guilliman, su visión del oscuro futuro en el que ha despertado y su desesperada lucha por recuperar el sueño de ilustración y conocimiento que el Emperador tenia para su raza al mismo tiempo que lidia con los sentimientos de abandono por parte de progenitor. A NADIE le importan esas batallas por muy bien escritas que estén, comparados con los conflictos, los dilemas, que atraviesan unos personajes con los que podemos conectar. Y eso es exactamente lo que nos falta en este libro, esa diatriba personal que de verdad nos enganche. Bueno, miento, ese dilema surge...en el último capítulo del libro, con la mayor revelación que este tiene que ofrecer. Y duele, porque el libro abre con un rifirrafe verbal entre un sacerdote y una comerciante independiente sobre la fe imperial, que era uno de los puntos cardinales del protagonista de Dark Imperium, pero después de eso hay un mar de absoluta nada.
De entre todas las oportunidades que se desaprovechan, hay tres que me fastidian especialmente. La primera y mas elemental es Guilliman, que aquí solo hace acto de aparición de forma espontánea y no tenemos ni un ápice de desarrollo, ninguna reflexión interesante sobre su visión del Imperio y del Emperador hasta, de nuevo, el final del libro, que nos deja con un cliffhanger enorme. Ahora que escribo, además, me doy cuenta de que toda esa gran batalla se resuelve sin una sola mención de sus consecuencias, tanto inmediatas como en el gran esquema de las Guerras de la Plaga, y que estaba todo el rato centrada en personajes de usar y tirar o en protagonistas con plot armor, y eso solo hace que me dé cuenta aún mas de lo vacía que es, detrás de todo ese espectáculo. Cómo el final del libro puede girar entorno a una cuestión tangente a todo aquello que el autor ha estado construyendo, y de la que ha pasado olímpicamente a pesar de tener el libro anterior sembrando cosas para darle coba a ese tema, no me lo explico.
Y para finalizar, si la Guardia de la Muerte y los demonios de Nurgle me parecían superficiales en Dark Imperium, aquí parece que el autor haga un esfuerzo en que los deteste. Porque son idiotas perdidos. En algún momento que otro parece que tengan un plan, pero por la forma en que termina el libro, me parece que el autor marea mucho la perdiz con ellos para hacerlos parecer mas inteligentes de lo que realmente necesita que sean, porque al final son sacos de boxeo con la mentalidad de un villano de los Power Ranger. Dejando de lado inconsistencias con la manera de funcionar de la Disformidad, (en el anterior libro bastaban unos pocos infectados para invocar una macro legión de demonios, y aquí hacen falta cientos de cultistas para traer esa misma cantidad de demonios a otro planeta) lo que no me puedo creer es que se recurra al tropo del "discurso del villano que le hace perder el tiempo". Eso es patetismo.
Sinceramente, Plague War es una obra perfecta para que cualquier persona a la que le llame la atención este universo pierda el interés de forma inmediata, porque no hay nada a lo que aferrarse. Es una obra carente, cuyo único reclamo es la trama, pero esta en realidad es una cuestión nimia comparado con cuestiones mucho mas trascendentales que el autor viene arrastrando del libro anterior y que aquí no muestra porque patata. Por descontado que hay libros mucho peores, pero pienso que Plague Wars encarna la peor parte de la lliteratura de Warhammer 40.000 porque es de la que esta, en conjunto, se siente mas orgullosa, la de lanzar batallitas insustanciales esperando que eso baste para llamar la atención.