Porque si hay una obra que consideraría "importante", en el sentido de que tiene un particular valor metanarrativo para el universo de Warhammer 40.000 esa sería Dark Imperium. Esta es una consecuencia directa de un universo ficcionado que durante mucho tiempo ha estado en un estado de estancamiento y que de un año a otro decida avanzar a pasos agigantados. Incluso sin perder sus señas de identidad, el canon ha cambiado tanto en esta Octava Edición que de pronto hay que reaprender ciertos aspectos del mismo y tener en cuenta algunos de los nuevos actores de esta obra. Así pues, Dark Imperium hace un esfuerzo extra por exponer algunas de las consecuencias directas de los eventos cataclísmicos que llevaron a la Octava Edición.
Para hablar apropiadamente de Dark Imperium, lo mas adecuado quizá seria comenzar centrándonos en su protagonista, nada menos que el Primarca Renacido, Roboute Guilliman, porque me parece una elección muy acertada. El libro comienza con su "muerte" a manos de Fulgrim, e inmediatamente después da un salto de diez mil años al "presente", a finales de la Cruzada Indomitus, lo que le otorga al personaje un fuerte contraste entre su desesperación al momento de dejar al Imperium sin una mano que los guíe y su horror al encontrarse el Imperium en su estado actual, después de diez mil años de guerra, y quiero incidir en esto porque Roboute Guilliman resulta ser un personaje multitarea en esta obra. Para empezar, es un personaje atormentado por la siniestra realidad en la que se ha convertido el sueño del Emperador. El adagio de Warhammer 40.000, aquel de "olvida las promesas de progreso y aceptación" parece especialmente dirigido a Guilliman, quien después de todo es un recuerdo de un pasado glorioso e ilustrado que estaba salvando a la Humanidad de su propia extinción hasta el momento de la Herejía de Horus, pero que ahora contempla un reino de brutalidad, superstición y tiranía, y eso crea el conflicto principal de la novela. La trama se sitúa al final de la Cruzada Indomitus y el comienzo de las Guerras de la Plaga, pero el conflicto central de libro es en realidad el esfuerzo de quien es uno de los últimos visionarios de una época dorada por recuperar el esplendor del pasado, todo al mismo tiempo que dirige el reino mas vasto que ha creado la Humanidad.
Así, Guy Haley aprovecha todos los conflictos que se le presentan a Guilliman para darle capas de profundidad a su personaje y enfrentarlo a situaciones que claramente lo superan, porque incluso después de haberse reunido con su padre, después de haber llevado a cabo una Cruzada que ha salvado el Imperium, después de haber revivido Capítulos de Astartes que estaban prácticamente extintos, aún se siente como un personaje que ha perdido su principal batalla antes incluso de que esta empiece. Incluso si consiguiera aniquilar a sus enemigos en el campo de batalla, no podría salvar el Imperium de su propia psicosis religiosa. El que me parece el punto mas acertado a la hora de reflejar hasta qué punto Guilliman contempla con desasosiego el presente es que este se cuestione sus propias decisiones y arrogancia al pensar que el Codex Astartes o la separación de los mundos del Reino de Ultramar fueron decisiones acertadas que no traerían consigo ninguna pega. Además, su visión es, al mismo tiempo, la de un personaje con identidad propia y la de un lector novel de Warhammer 40.000, alguien que todavía está entrando en contacto con esta nueva realidad y le cuesta asimilarla, por lo cual, la manera en que expresa sus pensamientos e ideas ayuda muchísimo a que el lector se meta en su piel, y hace de esta una obra muy recomendable para principiantes o incluso veteranos que quieran tener una visión clara del nuevo canon y sus principales conflictos.
Sin embargo, Guilliman no es el único punto de vista del libro. Su autor es muy consciente de algunos de los conflictos que traen consigo la llegada de los Primaris y que Mortarion haya decidido pasar a la ofensiva y no pierde la oportunidad de darles espacio en su obra. Hay varios personajes Primaris que toman el manto de protagonista en diversos puntos de la obra, dependiendo de para qué los necesite el autor, ya sea para mostrar su talento en la guerra o para revelarnos sus conflictos a la hora de incorporarse a los Capítulos de Astartes en una sociedad retrógrada en extremo. Es mas, Marneus Calgar (que en el momento de la obra ya debería ser un Primaris que ha pasado el proceso del Rubicón, pero en el momento de publicarse la novela, aún no había salido el suplemento de Vigilus, donde vimos a los Rubicón por vez primera, aunque en una reedición posterior efectivamente ya es un Primaris) se nos muestra de forma diametralmente opuesta a esa idea de sabios y doctos que tienen los Ultramarines, comportándose como lo que, después de todo, es un Marine Espacial en un universo distópico: un fascista de mucho cuidado, que además está corroído por la envidia, especialmente después de que Guilliman lo haya sustituido como gobernante del Reino de Ultramar.
El principal "pero" que tengo con la obra es la manera en la que Guy Haley retrata a la Guardia de la Muerte de Mortarion, pero antes debo hacerle justicia a su escritura: es bueno. No, es mas que bueno. Aunque no considero por lo general que los autores de Black Library tengan un dominio extenso de la lengua inglesa, lo cierto es que en este caso me ha sorprendido para bien. Haley parece alguien que se ha pasado horas mirando el arte conceptual de Warhammer 40.000 y ha entendido que parte de su encanto y de lo que lo hace único es la manera en la que este cala de forma visual, la mezcla entre el barroco de sus su arquitectura, tono épico y "body horror", y la verdad es que me impresiona la capacidad que tiene de cambiar el enfoque de su obra con tanta agilidad. Cuando escribe desde el punto de vista de Guilliman, percibimos el Imperium de la forma mas grotesca posible, no solo porque de por sí el Imperium es horrible, sino porque es algo de lo que se siente orgulloso de mostrar, toda esa vileza convertida en virtud, ese éxtasis religioso del que no puede escapar y por el que comete auténticas barbaridades, pero al mismo tiempo un poder industrial capaz de borrar del mapa montañas con su poder tecnológico. El autor captura la estética de Warhammer 40.000 a la perfección, hasta el punto de que he pensado que es el candidato ideal para ser guionista de cómics. Pero es que además es bueno narrando la acción. Los momentos mas intensos de la obra están muy bien elegidos, porque no solo son una oportunidad de mostrar a los Primaris en acción (ay pillín...) sino que Haley también entiende que lo bueno, si breve, dos veces bueno, por lo que realmente no pasamos tanto tiempo viendo al personal repartirse estopa. Por último, la parte mas truculenta de la obra corresponde a todo lo que se relaciona con la Guardia de la Muerte y la terrible experiencia que es enfrentarse a ellos. No es ya que de todos los enemigos del Imperium, estos sean de los más repulsivos, es que con ellos su autor crea una subtrama con una cocción mas lenta e inquietante. El resumen de este párrafo es que en tan solo trescientas páginas, Guy Haley demuestra una capacidad de adaptación y versatilidad que no todos tienen.
Ahora, mi problema con la Guardia de la Muerte es que aquí han decidido plantearlos como villanos de opereta y como tales, tienen lo que necesitan para ser una presencia terrorífica. La Guardia de la Muerte no es una fuerza peligrosa solo por su letalidad en combate, sino también por la corrupción que mancilla todo lo que tocan. Entre otras cosas, su aspecto y su filosofía representan una burla al concepto mismo de "ser viviente", pero me temo que Guy Haley se ha quedado con su faceta mas estética y efectista. La Guardia de la Muerte, por tanto, tiene una presentación digna de villano de cómic; puedo decir que el autor ha capturado su apartado visual, sin duda, y que ha sabido darles un tratamiento digno de abominaciones antinaturales cuya mera presencia provoca genuino pavor, pero al mismo tiempo es superficial. Todo el diálogo de los personajes de la Guardia de la Muerte y sus aliados demoníacos, incluyendo a personalidades como Typhus y Mortarion, perfectamente podría pasar por el aro de una serie de animación matinal, lo que, después de haber leído Lords of Silence, me parece una visión simplista y que roza o caricaturesco. Y yo lo siento mucho, pero convertir a la antítesis del Imperio en poco mas que sacos de boxeo me parece una metedura de pata.
Sin embargo, también tengo otra queja, y es que en la obra se puede llegar a percibir cierta falta de enfoque, particularmente cuando uno se hace una sencilla pregunta: ¿de qué va realmente Dark Imperium?
Pues bueno, lo cierto es que Dark Imperium es un vistazo a la nueva realidad de Warhammer 40.000, queriendo abarcar diferentes puntos de vista hacia los que para el autor son los temas del momento al comienzo de la Octava Edición, esto es, Guilliman adaptándose a esta época, la introducción de los Primaris, y la Guardia de la Muerta asaltando Ultramar, pero esto son cosas que se exploran por separado y realmente, no se llega a profundizar tanto. De estos tres temas, el de Guilliman es el mejor cohesionado, porque se puede decir que tiene un planteamiento y un arco propio que funciona de manera independiente, pero las otras dos cosas carecen de genuina substancia. El personaje principal de los Primaris es el Capitán Félix, que lo encuentro tremendamente desaprovechado. El arco de Félix es el de un personaje sobre el que se le otorga el manto de la responsabilidad sobre una tarea enorme, pero este funciona solo como una extensión de las decisiones de Guilliman, y lo peor es que solo aparece en el libro para repartir estopa, nunca le llegamos a ver desenvolviéndose en la dura tarea política que el Primarca pone sobre sus hombros. Y finalmente, aunque ya he mencionado la Guardia de la Muerte y de su decepcionante representación, hay algo mas. Hasta pasada la mitad del libro, no se hace apenas mención de ellos y no es sino hasta el tercio final que hacen aparición, pero su actuación en la obra es algo que ocurre tan de pasada que casi uno no se da ni cuenta de que el autor deja algunos cabos sueltos con ellos, anticipando unos elementos de trama a los que luego no da resolución alguno, lo cual, se mire por donde se mire, está fatal. ¿Es probable que esto se deba a la extensión máxima de la obra? Puede ser, pero entonces uno no puede evitar pensar que el enfoque de ciertas partes del libro, en especial las dedicadas a la subtrama de ciertos guardias imperiales, está muy de mas, siendo espacio que se podría haber aprovechado mejor.
Pero salvando estas cosas, lo cierto es que Dark Imperium excede muchísimo en todos sus aspectos, especialmente si tenemos en cuenta que es una obra comisionada. Es posible que mis expectativas fueran algo bajas a sabiendas de que probablemente estaba frente a un libro-anuncio, pero la manera en que trata el personaje de Guilliman y se esfuerza por enfrentar de cara problemas que surgen del nuevo canon, muestran en este trabajo un empeño muchísimo mayor del que seguramente se le requería al autor, y eso merece un respeto. Aparte, no puedo insistir lo suficiente es que, ahora mismo, esta es probablemente una de las obras mas importantes por su relación con la metanarrativa de Warhammer 40.000, por lo que la recomiendo muy encarecidamente. Ojalá que Plague Wars, su secuela, me deje igual de satisfecho.
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