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sábado, 2 de mayo de 2020

Reseña de Eisenhorn, de Dan Abnett

Dan Abnett es un autor que no necesita presentación, sin importar de qué parte del mundo seas si conoces este hobby. Este autor de Lancashire se encuentra en el panteón de los escritores de Black Library, no solo por ser uno de los más prolíficos de su Historia, sino que también a su nombre se encuentran algunas de las sagas mas reconocibles de este universo,
Por eso tal vez mas de uno me quiera cortar la cabeza si digo que en mi opinión, está muy sobrevalorado.



No se me malentienda, dentro de la escala por "Tiers", Abnett ocuparía un puesto relativamente alto con respecto a la mayoría de los demás autores de Black Library, pero por otro lado pienso que muchos de los méritos que le atribuimos en la comunidad hispano hablante se deben mas a sus méritos pasados que a los actuales. A mas de uno le parecerá que fue aye cuando compró los libros de bolsillo de los Fantasmas de Gaunt, pero el primer libro de todos, Primer y Único, es también el primer libro publicado por Black Library allá en 1999, y en los veinte años que han pasado desde la publicación de sus primeros trabajos ha llovido mucho. Me da la sensación de que la última vez que algunos lo leímos hace fue hace bastante; otros autores han ido apareciendo y algunos, al menos para mí, han hecho cosas mas destacables, pero ocurre que hace tiempo que Games Workshop dejó de invertir en traductores al español y por eso no nos llega mas que una minúscula parte de sus publicaciones. Pero para ser justo, la trilogía que he querido reseñar en esta entrada es la que, personalmente, creo que es su mejor trabajo (a falta de no haber leído Ravenor o Pariah, que al fin y al cabo son spin offs) y porque pienso que sintetiza bastante bien sus virtudes y defectos. Posiblemente algún día reseñe los Fantasmas de Gaunt, pero a priori pienso que buena parte de lo que se dice aquí se puede aplicar también a esa saga, salvando unas cuantas distancias.

Seguramente no hace falta que haga una sinopsis de Eisenhorn, pero para lo profanos, esta trilogía abarca los momentos más importantes de la vida y obra del inquisidor del Ordo Xenos, Gregor Eisenhorn, y mas allá de ser una historia con sus personajes, tramas y demás, nos permite ver el Imperio desde una perspectiva poco habitual. Muchas publicaciones de la Black Library se localizan en campos de batalla o lugares que son importantes para la trama sin desarrollar un poco el contexto, pero Eisenhorn, en materia de géneros literarios, es ante todo una trilogía del género de espías.

Esta decisión es poco usual tanto hace veinte años como ahora en lo que se refiere a relatarnos una historia del oscuro y siniestro futuro, que por lo general prefiere tirar por la aventura y creo que por eso, esta es una obra mucho mas enfocada en cuanto al tono, algo en lo que creo que en su OTRA famosa saga falla estrepitosamente, pero de nuevo, conversación para otro día. Lo que nos toca decir de la trama de la trilogía de Eisenhorn es que maneja muy bien el suspense y tiene un arco evolutivo muy currado. El primer libro, Xenos, tiene una trama "típica", una amenaza para el Imperio que Eisenhorn debe resolver, un asunto a cuyo fondo debe llegar, pero en los dos trabajos siguientes la trama se vuelve mas personal. En Malleus el conflicto pasa de ser un posible traidor del Imperio a una amenaza que hace que Gregor se cuestione los principios de su propia institución, y finaliza en Hereticus, que puede resumirse en si el propio protagonista se ha convertido en el mal que juró exterminar. Por lo mismo, nadie puede negar que Gregor Eisenhorn es un personaje bien desarrollado. Aunque hablando de personajes...a ver...



Cuando se habla Abnett, hay que saber diferenciar entre construcción de personajes y desarrollo de personajes, porque lo primero se le da de maravilla, pero lo segundo no tanto. La forma que tiene Abnett de escribir personajes es mediante dinámicas de grupo, es decir, piensa en el lugar que ocupa un personaje dentro de un grupo de personajes, en su función práctica, y construye su personalidad entorno a un arquetipo, de manera que si algo podemos decir de ellos es que por lo general tienen bastante gancho. Su construcción es sólida, están bien definidos. Lo que no podemos decir de ellos es que tengan un arco propio o una personalidad muy profunda, porque el autor no tiene tiempo para ello o no sabe hacerlo si no es yendo de la mano de la trama. El truco que tiene para que parezca que un personaje cambia es la elipsis, a la que recurre una y otra vez para informar al lector de los cambios de un personaje, no a través de momentos de catarsis o epifanías, sino del día a día conviviendo con el grupo en el que está incluido. No se puede decir que sus personajes no tengan química entre ellos, pero no nos engañemos, el único que tiene un desarrollo como tal en esta trilogía es el protagonista, mientras que del resto se nos hace creer que son personajes capaces de actuar de forma orgánica cuando en realidad son títeres muy convincentes.

Ahora, lo que creo que hay que concederle a Abnett es que él construye un mundo dentro de un mundo. Para quien no conozca las aportaciones del autor, que sepa que sus obras han sido canonizadas dentro del universo de Warhammer 40.000 porque a diferencia de la muchos autores, que tratan el universo de 40K como un telón de fondo, él construye, da personalidad al lugar por el que pasan los personajes, ya sean campos de batalla en el caso de los Fantasmas o planetas civiles alejados del frente. Al igual que con sus personajes, la construcción de mundo de Dan Abnett no es profunda, pero logra que te quedes con ello con pequeñas licencias que le dan personalidad, es decir, se acoge a los prototipos de planetas del universo de 40K y entonces les da un giro que los hace únicos, aunque solo sea porque estamos acostumbrados a los Staligrados y los Paschendaeles en las novelas, y de pronto este señor te saca una suerte de Venecia espacial, o un planeta agrícola al que van a parar los mutantes como mano de obra y les empieza a dar pequeñas particularidades en la tecnología o las costumbres que los deja en ese punto exacto entre la familiaridad y la fascinación.



Con la Inquisición hace algo parecido. Dan Abnett es ante todo la prueba de que el fandom a veces es muy hipócrita. Esto no es un ataque contra el autor, sino contra ese ánimo tan hostil del fandom contra autores que pretenden aportar ideas nuevas al trasfondo o tomarse ciertas licencias, pero que luego adoran el trabajo de este señor cuando sus personajes mas conocidos son, básicamente, un Inquisidor que no actúa como un déspota, un Comisario que va en contra de todas las nociones de sádico de gatillo fácil que tenemos de los de su clase y el mismísimo Horus antes de pintarse la estrella de ocho puntas en el pecho. Abnett es un desmitificador nato al mismo tiempo que sabe no salirse del marco de Warhammer 40.000 y sus principios mas elementales. Podríamos hablar de Saturnine, pero eso es una conversación para otro día. Siento irme por las ramas, pero creo que este es otro punto a su favor, pues pudiendo tirar de tópicos, Abnett prefiere que veas el interior de las instituciones imperiales en detalle y compruebes que, al menos desde su punto de vista, no todos los tópicos son universales. La inquisición es temible, sí, pero no es omnipresente, omnisciente ni infalible. Los inquisidores son perros sin correa necesarios para acabar de raíz con amenazas en el Imperio, pero a veces esa misma libertad los lleva a enfrentarse entre ellos por matices en su ideología, lo que a veces termina en guerras intestinas. Además, eso de ir por ahí enseñando la roseta inquisitorial te abre muchas puertas, pero también alerta a sus enemigos y les da tiempo de huir antes de ser detenidos, por lo que si un Inquisidor quiere ser eficaz, debe aprender a ser sutil para descubrir cuán lejos se ha extendido una herejía para eliminarla.

Y bueno, ya estaría, con eso creo que he dicho todo lo que tenia que decir de Dan Abnett. ¿verdad?
Ni de coña.



Abnett es bueno, es imaginativo y sabe dotar de carisma a sus personajes y entornos, pero al mismo tiempo, es un autor con una estructura simplemente horrible en sus trabajos. Esto es algo de lo que ya hablaré mas en profundidad con los Fantasmas, pero es un problema que aquí también aparece. Tal vez no sea del todo justo echarle las culpas al autor, porque hay que entender que originalmente estos libros no estaban en venta digital, sino que se vendían en formato de bolsillo con un límite de 300 y pico páginas, pero por otro lado me he encontrado con libros mas cortos capaces de dar un planteamiento, nudo y desenlace mucho mas satisfactorio. Dan Abnett es un autor que muestra la importancia de hacer un esquema de la trama antes de ponerte a escribirla, porque de lo contrario llegas al final sin casi espacio y te toca hacer las cosas deprisa y mal. Una vez mas, esto es algo que es muchísimo peor en los Fantasmas, pero aquí tampoco nos libramos de una trama que avanza a buen ritmo durante la mayor parte de la obra pero que resume en cinco páginas un final que podría alargarse varios capítulos, algo que podría dejar pasar si no fuera por el peor pecado que comete Abnett en sus trabajos: el maldito espectáculo de relleno.

No pienso que la pluma de este autor sea particularmente habilidosa, mas bien lo contrario. Sabe compensarlo en materia de personajes y construcción de mundo, pero eso no quita que su léxico sea mas bien limitado y los recursos lingüísticos brillen por su ausencia, aunque eso no le impide narrar buenas escenas de acción con un detalle minucioso y hasta algo de atmósfera, pero ese es exactamente el problema. Los trucos de Abnett para agilizar el desarrollo de personajes y de construcción de mundo están bien para ahorrar páginas, pero de poco sirve si luego nos encasqueta capítulos enteros de acción de los que podría al menos tratar de prescindir para intentar, no sé, hacer desarrollo de personaje o meter algo de subtexto, o por lo menos, intentar reservarse las últimas cincuenta páginas para que el final no se sienta abrupto, por no decir anticlimático.

Al final del día Abnett sigue siendo un autor notable, y Eisenhorn, que por cierto podéis encontrar en español, es una obra que recomiendo, pero mentiría si dijera que no le tenia ganas a este autor por todas las alabanzas que el fandom le dedica, en parte porque, reitero, nuestro catálogo de novelas de 40.000 en español es limitadísimo, pero quien está dispuesto a superar la barrera idiomática se encuentra con historias que han evolucionado mucho desde las primeras publicaciones de hace ya veinte años. 

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