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jueves, 22 de octubre de 2020

Cómo descubrí a Peter Fehervari

 Algún día escribiré una reseña para hacerle justicia a semejante obra, porque es algo con lo que siento que, ahora mismo, me falta vocabulario para expresar. 


Voy a relataros mi experiencia personal cuando encontré el libro. No cuando lo leí, sino simplemente cuando vi la portada. Quiero expresarlo de la siguiente manera: imaginaos que sois unos jugones, pero de cosas casuales que ocupan siempre las portadas de las revistas, es decir, le dais al FIFA, al Call of Duty, al Fortnite...pero un día, pasando por la tienda online, os dais de bruces con la carátula de Silent Hill 2, la original, con la mirada de James Sunderland.

No entendéis muy bien por qué sentís algo diferente al ver esa imagen. No hay nada espectacular ni llamativo, pero precisamente por eso llama vuestra atención. Es algo sobrio, sutil e inquietante, os dais la vuelta y os da la impresión de que esa mirada os sigue. No podéis quitaros ese pensamiento de encima, es como un susurro, un picor que no se va, algo que no llegáis a entender muy bien os dice que ahí hay algo que no habéis visto nunca.

Ahora vamos a Black Library, a mi experiencia personal. Voy por la Black Library, mirando las portadas: marines espaciales en pose victoriosa, duelos de titanes en planetas imposibles, escenas que he visto tantas veces que ya carecen de impacto. Entonces, lo veo.

Inmediatamente siento que algo no va bien. En ese momento no había comenzado la linea de publicaciones de Warhammer Horror, pero incluso después, la portada es diferente a todo. No hay guerreros alienígenas ni superhumanos. No hay calaveras o colmenas incendiadas. Por no haber no hay ni un arma. Solo hay una Hermana Hospitalaria, una médico, sosteniendo una vela y una roseta como si fuera todo cuanto la separan de una oscuridad que quiere devorarla, mirando al lector como si quisiera advertirnos de algo. Mas abajo un artefacto que me es imposible identificar, cuya silueta podría recordarme a la estrella del Caos, pero todo lo demás, el color, su regularidad, los detalles, indican otra cosa. El nombre del autor no me suena.

¿Peter Fehervari? No es Dan Abnett, McNeill, Dembski-Bowden. ¿Quien es este tío?

Entonces compro el libro.

Y nada vuelve a ser igual.

Leedlo. No os va a dejar indiferentes.

domingo, 11 de octubre de 2020

Reseña de Dawn of Fire: Avenging Son, de Guy Haley

Servicial. Una palabra que puede sonar a conformismo, a café de máquina por las mañanas, a informe entregado a tu jefe sin mucho entusiasmo, a tarea completada para cumplir con una fecha de entrega. Esta es ya la tercera obra que leo de Guy Haley y para este momento, sus flaquezas dejan de ser algo pasable y se convierten en una presencia ineludible. De nuevo nos encontramos ante un trabajo más por encargo que por cariño, con esfuerzo pero sin alma. Entretenido para el que ya está enganchado al metaverso y un lío de mil demonios para cualquier otro. A pesar de sus pretensiones.

Avenging Son es la primera entrega de Dawn of Fire, una serie que se ha anunciado como la nueva Herejía de Horus, entiéndase por esto como una nueva saga multi-autoral que pretende abarcar una campaña muy larga y extensa; no en vano, la pasada Octava Edición abrió con el las Guerras de la Plaga en Ultramar, pero no recibimos una cronología clara hasta que este mismo autor publicó las novelas de Dark Imperium, situadas al final de la Cruzada Indomitus. Esto, por descontado, dejó muchos cabos sueltos, una laguna de cien años de Cruzada que no se ha cubierto y muchas historias en diferentes lugares de la galaxia que se quedaron en el aire. A lo largo de la Octava Edición, sin embargo, los suplementos de Vigilus y el Despertar Psíquico abarcaron algunos de los grandes momentos de este siglo de locura y derramamiento de sangre en la hora mas oscura del Imperium, y ese es precisamente el espacio de tiempo que pretende abarcar este nuevo gran proyecto literario.

Sin embargo, su comienzo tiene las marcas de agua de un escritor que, a pesar de captar la majestuosa horripilancia del despiadado futuro con su pluma, no trata a sus personajes con mas mimo del que uno trataría a una llave inglesa. Herramientas, primero y antes que nada, para narrar una historia que se siente documental, pero que ni de lejos alcanza unas cotas de inmersión que Dan Abnett alcanzó hace ya dos décadas haciendo esencialmente lo mismo, documentar una pequeña historia de una gran empresa militar, y tiene hasta un atisbo de familiaridad con cierta saga de espadas de luz que es muy poco sutil. Así, aunque somos testigos de algunos momentos de catarsis para los personajes que se nos presentan, estos caen en un tercer plano, dejados de lado ante una trama contada a trompicones, pareciendo a veces que el lector ya tiene que venir enterado de ciertas cosas, pero luego arrojando información vital un tanto a deshora. La historia, al final, resulta anodina y predecible, dejando como mucho la posibilidad de que otros autores tomen el relevo de los personajes que aquí tenemos para plantearles un conflicto a la altura, así como unas migajas de foreshadowing para los necrones en futuras publicaciones. Todo lo demás es contexto que solo le puede interesar a los que busquen profundizar en esta nueva Era Indomitus. 

La gran ironía es que la parte que más me ha gustado ha sido una subtrama con una escriba, que de por sí valdría para un relato corto que mostrase la horrible realidad de la vida en Terra para un ciudadano de la mas baja categoría social, apenas conectada al resto de la historia del libro.