Algún día escribiré una reseña para hacerle justicia a semejante obra, porque es algo con lo que siento que, ahora mismo, me falta vocabulario para expresar.
No entendéis muy bien por qué sentís algo diferente al ver esa imagen. No hay nada espectacular ni llamativo, pero precisamente por eso llama vuestra atención. Es algo sobrio, sutil e inquietante, os dais la vuelta y os da la impresión de que esa mirada os sigue. No podéis quitaros ese pensamiento de encima, es como un susurro, un picor que no se va, algo que no llegáis a entender muy bien os dice que ahí hay algo que no habéis visto nunca.
Ahora vamos a Black Library, a mi experiencia personal. Voy por la Black Library, mirando las portadas: marines espaciales en pose victoriosa, duelos de titanes en planetas imposibles, escenas que he visto tantas veces que ya carecen de impacto. Entonces, lo veo.
Inmediatamente siento que algo no va bien. En ese momento no había comenzado la linea de publicaciones de Warhammer Horror, pero incluso después, la portada es diferente a todo. No hay guerreros alienígenas ni superhumanos. No hay calaveras o colmenas incendiadas. Por no haber no hay ni un arma. Solo hay una Hermana Hospitalaria, una médico, sosteniendo una vela y una roseta como si fuera todo cuanto la separan de una oscuridad que quiere devorarla, mirando al lector como si quisiera advertirnos de algo. Mas abajo un artefacto que me es imposible identificar, cuya silueta podría recordarme a la estrella del Caos, pero todo lo demás, el color, su regularidad, los detalles, indican otra cosa. El nombre del autor no me suena.
¿Peter Fehervari? No es Dan Abnett, McNeill, Dembski-Bowden. ¿Quien es este tío?
Entonces compro el libro.
Y nada vuelve a ser igual.
Leedlo. No os va a dejar indiferentes.